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Irresponsabilidad social: Otra de las caras de la pandemia – Por: Daniel Salmoral

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DANIEL SALMORAL.- Bastó que un par de irresponsables desoyeran las miles de veces que se les pidió actuar correctamente y acatar los protocolos establecidos para evitar que el implacable COVID-19 ingrese a la provincia, para que todo un departamento, el enorme San Martín en la provincia de Salta, debiera ser blindado y sus habitantes aislados y encerrados en sus casas para evitar que el virus actuara a sus anchas y provocara una incierta cantidad de infectados.

Quién ahora se sabe cómo introdujo el coronavirus a Tartagal, ensayó una especie de disculpa argumentando su ignorancia sobre el tema, pero su mea culpa ya de nada sirve.

Peor aún es el caso del médico infectado y actualmente internado en el Hospital Papa Francisco de la Capital, quien sabía muy bien que no sólo él se exponía sino que ponía en riesgo a toda una comunidad, la suya, cuando decidió atender a un paciente proveniente de una zona de alto riesgo, Bolivia, que llegaba sospechoso de tener el virus y sin realizar el aislamiento correspondiente exigido hasta el hartazgo por las normas sanitarias.

Este reducido grupo de imbéciles y desalmados, puso en jaque a una provincia como Salta que venía sorteando con éxito los contagios, a pesar de que una parte importante de la sociedad decidió, no se sabe si por estupidez, ignorancia, soberbia, o desprecio hacia los demás, dejar de lado obligaciones que toda persona debe respetar si pretende vivir en una sociedad organizada.

Ahora, ya con casos confirmados y otros a la espera del resultado de los hisopados a los que fueron sometidos, se espera que no se dispare la cantidad de positivos, tal como ocurrió en la provincia de Jujuy, quien a causa de la irresponsable actitud de policías corruptos, ahora aumente diariamente y de manera alarmante casos positivos y también muertes.

Este último domingo de junio por la noche, el gobernador Gustavo Sáenz dirigirá un nuevo mensaje a los salteños donde, se intuye, hará anuncios sobre medidas más severas para controlar posibilidades de contagio que lo llevarían a restringir actividades o dar marcha atrás en otras, lo que significaría que algunos de los avances logrados se verían limitados.

«Apelo a la responsabilidad de cada salteño. No puede ser que deba actuar como un padre con sus hijos menores que no hacen caso a sus pedidos para que se cuiden», ha dicho el Gobernador en la mayoría de sus mensajes y declaraciones periodísticas.

Sáenz, ha pedido de muchas maneras a los salteños que se cuiden entre todos y que respeten tres cosas básicas y simples: usar tapaboca; respetar el distanciamiento social y lavarse las manos con frecuencia, pero a pesar de lo sencillo del pedido, no todos lo cumplen.

Es común ver a mucha gente sin barbijos; amontonados en las calles, en las esquinas; en bailes y juntaderas clandestinas; en ferias populares y en filas para pagos de boletas de servicios.

En los barrios más alejados del centro, pero también en zonas a no más de diez cuadras de la plaza principal, se sabe que se rompen protocolos de manera diaria en reuniones que exceden largamente las diez personas autorizadas y donde, obviamente, el distanciamiento social no existe.

Al parecer, una parte de salteños no escuchan radio, tampoco ven televisión ni medios gráficos o virtuales, por lo tanto no están informados de las medidas que tienen que respetar si quieren seguir gozando de libertades que otras provincias o regiones, como Chaco o el AMBA, por ejemplo, no tienen, y que ahora los obligará a volver a la cuarentena más estricta a fin de evitar mayor número de infectados y de muertos.

¿Será que ésta gente necesita de un gobierno autoritario y represor para recién entender que hay normas que se deben respetar y cumplir en beneficio del conjunto?

Por como actúan parecería que si.

«No hay circulación viral en Salta por eso no entendemos porque tenemos que andar con la boca tapada y distanciados», dicen quienes se oponen a acatar las nomas dictadas.

En un par de horas, Gustavo Sáenz le volverá a hablar a los salteños.

Que nadie se sorprenda si ya harto de ver que sus pedidos sobre actuar con seriedad y cuidarnos entre todos no han sido escuchados, lo llevan a retroceder y cercenar libertades ambulatorias.

Si hace eso finalmente, ¿se lo debería marcar como un gobernante autoritario?.

¿O sería como un padre que al ver que su hijo hace caso omiso a sus pedidos y recomendaciones y no es cuidadoso consigo mismo y los demás, le hace saber que quedará castigado y no podrá volver a salir hasta que aprenda a actuar con responsabilidad?

Si esto ocurre finalmente, dirá que la salteña es una sociedad indiferente y alejada de las normas elementales de la convivencia civilizada que, sobre todo en tiempos de pandemia, son extremadamente necesarias nada más y nada menos, que para sobrevivir.