El Gobierno está a la defensiva y se desgasta por la mala praxis parlamentaria. Milei apuesta hoy a retomar la iniciativa perdida. El chiste fallido del “Señor C” y la gestión para recuperar los fondos de la SIDE.
DANIEL SALMORAL.- El principal activo de este Gobierno es el juego de simulación: el enorme poder comunicacional del Presidente lo muestra al ataque cuando en el fondo está tratando de que no le metan un gol tras otro.
No fue una buena semana para Javier Milei: debió echar al interventor de Yacimientos Carboníferos Río Turbio (YCRT) por sospechas de corrupción, sostuvo con lo justo el veto al aumento jubilatorio, Patricia Bullrich quedó en medio de la polémica por una fake news, se sancionó un proyecto opositor que otorga mayor presupuesto a las universidades y, como hecho inédito, el Congreso le volteó un Decreto de Necesidad y Urgencia.
De esa lista de traspiés, preocupan en la Casa Rosada las que pueden tener impacto social. No es inocuo ir en contra de una medida que los jubilados sienten que los beneficia (a no ser que se anuncie algo para subsanarlo) ni tampoco de los estudiantes, que exhibieron la mayor movilización durante esta gestión en defensa de la universidad pública.
Otra vez, el Presidente deberá poner en marcha un operativo para blindar el inminente veto al financiamiento universitario. Será el segundo en nueve meses de mandato. La herramienta para anular una ley no es de uso infrecuente. Carlos Menem tiene el récord desde 1983, con 195 vetos (entre totales y parciales), pero son Fernando De la Rúa y Eduardo Duhalde quienes más los utilizaron si se miden en relación al lapso de tiempo que gobernaron, ambos en momentos extremadamente críticos.
El problema para el ejercicio del poder no es el uso de la atribución presidencial sino el desgaste cuando no se cuenta del colchón parlamentario para sostenerlo, es decir, un tercio de los votos. Le pasó a la Alianza en noviembre de 2001, cuando el Congreso insistió con una ley de pensiones que De la Rúa había vetado.
Milei claramente no es De la Rúa. Su liderazgo es indiscutido y hoy apuesta a generar de la nada (la presentación del Presupuesto) un hecho político. El Gobierno depende exclusivamente del apoyo de la gente a su figura, de una centralidad excluyente.
La baja sostenida de la inflación es la gran promesa de campaña de La Libertad Avanza, y en gran medida se está cumpliendo. Tanto es así que ya no aparece como principal preocupación en las encuestas, corrida por otras cuestiones como la pobreza y el empleo. El dato de agosto de 4,2% encendió alarmas porque el equipo económico preveía que sería debajo del 4.
Para el economista Alfonso Prat Gay, si se toma en cuenta solo la inflación núcleo, va en subida en los últimos tres meses y eso “interpela el diseño del modelo económico”. Es más, considera que Milei está en una trampa. “El Gobierno se comprometió a que todos los meses sea más baja la inflación. El dólar es uno de los precios más importantes de la economía y está intervenido. Si abren el cepo, sube la inflación y pierden una bandera política”, describió en Radio Mitre. O sea, hay cepo para rato.
Nada indica que el Presidente ceda en su hoja de ruta. Hoy, en la cadena nacional, ratificará su apego al déficit cero. La “ley de leyes” es lo único que realmente quiere sancionar en el Congreso.
A los tumbos en la Casa Rosada tejen alianzas muy frágiles, tema por tema, para sobrevivir en un territorio hostil. Milei tuvo que sacarse el lunes una foto con cinco “radicales con peluca”, en una puesta en escena que lo acerca pasito a pasito a la casta.
La negociación política se vuelve grotesca por varias razones.
1) Sigue habiendo varios interlocutores de parte del Gobierno. “Llaman Cochi, Mary, Santi, Lule, Catalán y Francos, y no siempre dicen lo mismo”, enumera un senador al referirse a José Rolandi, vicejefe de Gabinete; María Irarzabal Murphy, secretaria de Planeamiento Estratégico; Santiago Caputo; Eduardo “Lule” Menem; Lisandro Catalán, secretario de Interior; y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos.
2) Las conversaciones no son representativas ni consistentes por bloque. Es una negociación de enanos, cada legislador se presenta como jefe de sí mismo y hay que convencerlo con argumentos tan edificantes como oficinas de Anses, PAMI o Renaper en sus provincias, entre otros temas. Toma y daca.
Esto último fue lo que pasó con el radicalismo. El jefe de la bancada, Eduardo Vischi, se había comprometido a excluir el DNU de los fondos reservados para la sesión antes de hablar con sus compañeros. Cuando se los propuso, el ruido fue tal que el correntino no firmó el acta de labor parlamentaria del día anterior. El Gobierno ya debió haber sospechado para ese entonces que se venía un jueves negro.
La UCR en el Senado abrió varias ventanillas con la Casa Rosada: Vischi, Martín Lousteau, Maximiliano Abad, y también interviene a través de los gobernadores Gustavo Valdes, Alfredo Cornejo, Maximiliano Pullaro. “Deciles que no llamen a mi gobernador para apretarme porque no me conduce”, le dijo un senador radical a un colega de LLA. Las gestiones de desesperación caen así en la nada.
El Gobierno le dio épica al rediseño de la SIDE, un tema de poca relevancia popular. Hacer firmar al Presidente un decreto con una partida extra de $100.000 millones cuando aún no se había integrado la Comisión Bicameral de Fiscalización de Organismos y Actividades de Inteligencia fue un error. Eso dio pie para que el debate se traslade directamente al recinto y, finalmente, sea rechazado debido al aporte invalorable de Mauricio Macri, en una lucha sin cuartel con Caputo. O “Rasputin”, como le gusta que lo llamen, en línea con su fascinación por personajes históricos perturbados.
Es cierto que la SIDE está desfinanciada, pero la historia que se tejió alrededor de la salida de Nicolás Posse acusado de hacer espionaje a los propios y la creciente influencia de Caputo y sus trolls no hizo más que enlodar el debate.
El grueso del presupuesto solicitado para la Secretaría iba a ser destinado a ciberseguridad, según justifican quienes están al tanto del plan. Esa agencia está dirigida por Ariel “Wata” Waissbein, un matemático especialista en criptografía que viene del mundo privado, cuyo trabajo es relevar las vulnerabilidades a las que está expuesto el país y montar un nuevo sistema de protección de datos. El principal gasto sería en recursos humanos para desarrollos.
No todo está perdido. En el Presupuesto 2025 que presenta Milei habrá un refuerzo para inteligencia pero además hay una gestión para resucitar el espíritu del DNU. Este martes está convocada una reunión secreta de la Comisión Bicameral de Inteligencia, presidida por Lousteau, para escuchar de boca de Sergio Neiffert, el detalle del objetivo y uso de la partida de fondos que aseguran desde la Casa Rosada que no se ejecutó más allá de un 5%.
Después del encuentro y teniendo en cuenta la reacción de los legisladores, el Gobierno decidirá un rumbo de acción. A Neiffert le dieron la tarea de generar confianza. El titular de la SIDE fue rebautizado como “Señor C”, ya no le dicen en la jerga “Señor 5″, por la oficina del quinto piso del edificio de 25 de Mayo. Los estrategas de Milei tienen devoción por las tramas de espías y sacaron ese apodo de las novelas de John Le Carre (”C” era por “Control”) y de la denominación usada en el MI6, el servicio secreto británico.
Muy simpático, el jefe de la SIDE se paseó por varios despachos oficiales durante la semana. “Con tu facha y mi plata, no nos para nadie”, le tiró Neiffert a un joven funcionario, jocoso, antes de que le voltearan el DNU. El chiste, quedó claro, fue de humor negro.
Fuente: Infobae