Inicio Opinión Y un buen día el Gobierno había devenido en reality – Por:...

Y un buen día el Gobierno había devenido en reality – Por: Carlos M. Reymundo Roberts

90
0

DANIEL SALMORAL.- Desde el lunes me tomé el trabajo de anotar las peleas que se fueron dando esta semana en el seno del oficialismo. Cuando me di cuenta de que los apuntes habían superado los 10.000 caracteres, colgué los botines. “Ma’ sí, que se maten”, dije, reacción muy poco profesional que espero sepan comprender e indultar. Ese espectáculo de riñas y golpes a la altura de los riñones me terminó saturando. Además, no estoy seguro de entenderlo. Incluso llamé a un intelectual amigo, agudo observador de nuestra realidad, para pedirle ayuda. “El papa Francisco –me dijo– ha reflexionado sabiamente sobre la importancia de ‘descubrir al otro’ y tenerlo en cuenta. Así, Cristina ha descubierto a Alberto; Alberto, a Cristina, y los dos hacen como que están descubriendo a Massa. Sindicatos y movimientos sociales, gobernadores e intendentes, exactamente igual”. Lo interrumpí, no sé si de buenas maneras, para decirle que estaba más confundido que antes. “Pibe, qué durazno sos, qué poca capacidad para asimilar la naturaleza intrínseca del peronismo. Luchan por poder, un bien escaso, y se acercan las elecciones. ¡Vale todo! ¡Vale tirar al cuerpo!”

Le agradecí lo de “pibe”.

No le agradecí el análisis porque estoy lejos de compartirlo. Esa caricatura de peronistas y kirchneristas como gente alienada que solo busca cargos y cajas, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, es un resabio de la cosmovisión gorila. Yo creo que discuten por matices. Cuando Alberto dijo en el Coloquio de IDEA que en su gobierno no se piden coimas para hacer obra pública, Cristina se sintió aludida y entonces debe haber considerado oportuno que Alfa, la estrella naciente de Gran Hermano, acusara a Alberto de coimero; quiero decir: nada de fondo, apenas estiletes retóricos. Las típicas cosas que se dicen al calor de una tribuna de empresarios o bajo el imperio del rating. Ya se sabe que la política tiene mucho de reality, y en eso ante este gobierno hay que sacarse el sombrero: Alberto a la caza de una pintora mendocina en la Casa Rosada, Cristina a la caza de Alberto, fiestas clandestinas en Olivos, un vacunatorio vip para los amigos, Wado de Pedro como infiltrado de La Cámpora a metros del despacho de Alberto, Berni llamando borracho al Presidente. Imposible no pegarse a la pantalla para seguir esas historias –especialmente si son relatadas por Gaby Cerruti–, mucho más excitantes que los devaneos amorosos entre vaguitos y vaguitas de Gran Hermano.

Alfa no parece muy distinto a Aníbal Fernández, a los Moyano o a D’Elía. Los 18 hermanos de “la casa más famosa del país” no llevan una vida menos agitada que la de Alberto, que se duerme a cualquier hora y al despertarse le pregunta a Fabiola si ya almorzó. La inclusión de la exdiputada kirchnerista Romina Uhrig, alias Uh, fue una jugada maestra de los productores: si la política es un reality, el reality debe abrirle las puertas a la política. Uh tiene el biotipo ideal: producto del conurbano profundo, desinhibida, terminada a mano por cirujanos plásticos, discurso progre de ocasión, buscadora de fama y fortuna… Pero tranquilamente hubiesen podido ocupar ese lugar, con perfil propio, Purita Díaz (la rubia amiga de Ferraresi), Ofelia FernándezVictoria Donda e incluso Vicky Tolosa Paz, de lengua tan desfachatada ante las cámaras.

Las diferencias son por matices, decía. Por ejemplo: Alberto y Massa creen que no hay vida fuera del Fondo Monetario, y Cristina y Máximo están convencidos de que pagarle al Fondo es incompatible con tener alguna aspiración electoral. Organizar tres actos (o cuatro, si se suma el triste tinglado al que fue Alberto en Cañuelas) por el 17 de octubre fue el mecanismo para que cada facción se afirme en su identidad, su liturgia y su merchandising: no todos llevan las mismas banderas, cantan las mismas consignas y comen los mismos chorizos. En aquellos apuntes de los que después me cansé había anotado que ese día, el 17, Máximo, en la Plaza de Mayo, acusó a la CGT de traicionar a los trabajadores; la CGT, en Obras Sanitarias, acusó a La Cámpora de disfrazarse de peronistas y a Máximo de interesarse solo por las cajas, y la CGT, La Cámpora y los piqueteros oficialistas congregados en La Matanza acusaron al Gobierno, a su gobierno, por lo mal que está el país. Andrés Rodríguez, jefe de los estatales de UPCN y número tres de la CGT, dijo que no quiere “un peronismo como el de hoy, en el que hay gente revolviendo basura”. Un dirigente muy cercano a Máximo confió ante LA NACION: “Estamos absolutamente en descomposición. Todo lo que viene son piñas. El kirchnerismo va a cortar a Alberto en pedacitos”. Gracias a Dios, en su discurso en Cañuelas el Presidente supo interpretar esas diferencias: “Feliz Día de la Lealtad para todos y todas”.

Ayer volví a llamar a mi amigo, el intelectual. Le comenté lo de los “pedacitos”, la búsqueda de comida en la basura, los disfraces, las cajas…

“Chau –me cortó–. Está por aparecer Alfa”.

Fuente: La Nación