Inicio Opinión Sin crecimiento no hay salida – *Por: Julio Moreno

Sin crecimiento no hay salida – *Por: Julio Moreno

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DANIEL SALMORAL.- Es necesario un acuerdo político y económico cuyo eje sea la reactivación de nuestra economía. El actual gobierno y toda la clase política deberán tener conciencia de la imperiosa necesidad de recuperar la capacidad de crecimiento

Vimos que el Gobierno anterior fracasó buscando el camino virtuoso para corregir los desequilibrios del déficit fiscal; hablando en criollo, no disminuyó los gastos y, más aún, tampoco buscó cómo incrementar los ingresos en base a la reactivación y al posterior crecimiento económico.

Cuarenta años de atraso

Para que tengamos una idea de la situación de nuestra economía, observemos que la producción que tuvimos durante el año 2020 fue similar a la de hace cuarenta años, con el agravante de que el crecimiento anual en producción fue inferior a la tasa del crecimiento poblacional.

Para ampliar el análisis y tener una visión más clara observamos que a mediados del año 2018 entramos en una severa crisis de confianza de los inversores internos y externos, que cuestionaron la capacidad de reconstruir una organización política y económica para iniciar un camino de reactivación y crecimiento sustentable que muchos analistas llaman «camino virtuoso» o «sendero justo».

Pero hubo un agravante y fue el hecho inédito externo que agudizó aún más la situación de nuestra débil economía: me refiero a la pandemia y posterior cuarentena con todas las consecuencias conocidas en nuestro país y en el mundo.

Pudimos observar a principios de este mes con la baja en la cotización del dólar, mejoras del valor de los bonos y el repunte de la actividad económica que le dio un respiro al Ministro de Economía y su equipo, obligados a buscar mayores inversiones en un país que necesita mostrarse más seguro y previsible.

El aumento en la cotización de las acciones de empresas privadas y bonos del Gobierno en dólares es una buena noticia a ello debemos adjuntar varios hechos que ocurrieron en estos días entre ellos:

El anuncio de una efectiva vacuna contra el COVID-19 en esta pandemia es la promesa de una pronta salida del estancamiento económico que no solo afecto a nuestro país sino a todo el mundo. Una promesa que, esperemos, sea manejada con criterios científicos y sin pelearse entre políticos por un lugar en la foto.

El probable acuerdo con el FMI, nuestro mayor acreedor en estos momentos despejará el camino al presidente Fernández, al liberarlo de pagar esta deuda hasta el fin de su mandato, como lo hizo con los acreedores privados.

Esto nos exime de preocupaciones por buscar recetas para reestructurar la deuda como por ejemplo una devaluación del peso, unificar los tipos de cambio, probable bimonetización de la economía y achicar el déficit fiscal.

La tonelada del precio de la soja también subió llegando a los 420 dólares, precio máximo de los últimos cuatro años que acompaña otras variables como el aceite y la harina de soja, productos que Argentina es uno de los principales productores y exportadores mundiales, recordemos que el agro aporta cerca del 40% de las exportaciones por ventas de granos sin procesar y derivados industriales.

En la cuerda floja

Pero no hace falta demostrar la fragilidad de nuestra economía, a pesar de la baja circunstancial del dólar paralelo y el repunte de la actividad económica que se va recuperando lentamente de los efectos de la cuarentena; especialmente la construcción y muchas ramas de la industria, pero la suba de la inflación de octubre a 3,8%, la mayor en lo que va del año y el nuevo repunte del dólar dan un baño de realismo a un país que gasta más de lo que recauda, aumenta impuestos, lo que genera desinversión, y cada vez menos recaudación. Y tiene un PBI completo de capitales argentinos depositados en el exterior, en cajas de seguridad o en los colchones.

¿Cuál sería la inflación real en este repunte de la actividad económica en un contexto de fuerte recesión, caída del consumo, congelamiento de tarifas, de alimentos y bebidas? ¿Qué hubiera pasado si todas estas restricciones se liberaban?

La baja del precio del dólar en el mercado financiero fue efímera y el dólar ya está en valores por encima de $170, con el riesgo de que siga subiendo con las consecuencias que esto acarrearía, como la presión sobre la inflación y faltantes de insumos en la producción.

Faltan muchos meses para que ingresen dólares de la próxima cosecha de soja; hoy la situación del BCRA y la falta de reservas es crítica. Se estima como probables herramientas que vaya a utilizar el Central para financiarse y no devaluar:

a) la disposición de dólares de terceros,

b) disponer de las divisas que corresponden al sistema de seguro de depósito,

c) pedir un préstamo puente al FMI,

d) recurrir al Banco de Pagos de Basilea para que le preste contra garantía de oro, entre las más importantes y urgentes.

La crisis, potenciada por la pandemia, tuvo el correlato de hubo una gran emisión monetaria, que posibilitó al Gobierno ayudar a las empresas e individuos.

Hoy el problema es cómo sacar del sistema tanta cantidad de dinero que genera inflación y presión en la cotización del dólar. La medida implementada por el Ministro de Economía de emisión de bonos dolarizados con un interés del 17% para tratar de bajar la cotización de la moneda estadounidense, no es una solución óptima ya que tiene un elevado costo, quita financiamiento a los bancos, nos endeuda aún más y complica el escenario para una posible devaluación.
La composición de las reservas hoy es parte de la medición del riesgo país, si no se logra recuperar las reservas que se perdieron en estos últimos meses, la situación financiera de nuestro país será incierta, porque no se avizora una salida en el corto plazo.

Lo que se viene 

El impuesto a la riqueza genera bastante malestar entre los inversores y hombres de negocios de Argentina, quienes ya se lo pusieron de manifiesto al gabinete económico. 
En esto coinciden el campo, la industria y todas las personas que saben que las medidas confiscatorias y clasistas espantan las inversiones cuando más las necesitamos.
Los gestores de esta idea plantean que con lo recaudado por este impuesto se compensarán (o maquillarán) las políticas de ajuste ya planteadas como la decisión de no entregar el IFE- 4 este año y la nueva movilidad jubilatoria que no tendrá ajuste por inflación, hechos entre otros que ayudaran a reducir el déficit fiscal al 4,5% del PBI.
Tanto los anuncios de reducción de las jubilaciones como la eliminación durante este año del IFE-4 son medidas que disminuirán el consumo interno, y son contrarias a una reactivación de la economía especialmente de las micro, pequeñas y medianas empresas.
 A pesar de que las cuentas no cierran por ningún lado, el Gobierno apuesta a las negociaciones con el FMI de postergar el pago de los US$44.000 millones por cuatro años de gracia y pagos semestrales durante seis años, considerando que este acuerdo ayudará a mejorar las expectativas, aumentará la actividad económica, mejorarán los niveles de confianza y disminuirá el riesgo de una devaluación. Vaya pensando.

*El autor es Dr. en Economía – Diputado Provincial «Ahora Patria»

Fuente: El Tribuno