Inicio Opinión Megáfono Fernández: la verdad no pasará – Por: Carlos M. Reymundo Roberts

Megáfono Fernández: la verdad no pasará – Por: Carlos M. Reymundo Roberts

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DANIEL SALMORAL.- Dijo Tabaré Vázquez esta semana: «Quiero ser recordado como un presidente serio y responsable». Alberto Fernández, que conoce sus limitaciones, no pidió tanto: «Voy a ser recordado -dijo anteayer- como el presidente de la pandemia». Efectivamente, si la historia decide dedicarle unos párrafos, probablemente mencionará que nos tuvo encerrados meses y meses, con los peores resultados del mundo, hasta que progresivamente nos fuimos liberando: de la cuarentena y de él. Pienso que ya tenemos la imagen que definirá su presidencia, la que le ganó al menos un instante de perpetuidad: la del megáfono durante el funeral de Maradona; ternura en estado puro.

Lo habrán visto. Del lado de afuera de la reja, barrabravas exaltados, con ganas de romper todo porque no los dejan entrar; son tipos duros, habitantes del submundo del delito y el narcotráfico, acostumbrados a tirotearse con la policía. Del otro lado, el Presidente con el megáfono; un momento pletórico de candidez, pervertido por ese video en el que lo hacen aparecer como un vendedor ambulante de frutas y verduras; no, el profesor pone voz de profesor y me parece oír que les pide por favor que recapaciten, que no lo respeten a él pero sí a Diego, que sean buenitos, que esa es la Casa de Gobierno, que adentro está Cristina, «una mujer de pocas pulgas», que por televisión lo van a ver mejor, que mantengan la distancia social, que se pongan el barbijo, que se vayan al carajo. Porque a él tampoco le sobran pulgas. El ruego de Alberto es convincente: los barras se convencen de que deben tomar el palacio por asalto.

No son días venturosos para Megáfono Fernández. Convoca a Felipe Solá para que asista a su diálogo telefónico con Joe Biden, pero Felipe se va a Olivos cuando debería haber ido a la Casa Rosada. Mi sospecha es que no hubo error: lo despistaron para que no interfiriera en la conversación, porque tiene esa pulsión irrefrenable a contar chistes. Cuando finalmente llegó, la conversación ya había terminado; un audaz, después la describió por radio; según Alberto, inventó cosas que no se habían hablado; según Felipe, se hizo eco de lo que le contaron. ¿A quién le creemos? A ninguno, obvio. Felipe fue confirmado en el cargo: si hay que lapidar a un funcionario por mentir o inventar, el profesor no se siente en condiciones de tirar la primera piedra.

Según la UCA, la pobreza trepó hasta el 44,2% de la población: 20 millones de personas, 1,6 millones más que cuando asumieron los Fernández. La compensación es que seguramente estarán haciendo millonarios a unos cuantos. Alberto, que sobre todo lo que pasa tiene algo para decir (en las 24 horas siguientes a la muerte de Maradona dio 8 entrevistas), quiso diluir el impacto del 40,2% con la afirmación de que el Gobierno había logrado que «no haya argentinos con hambre». Que la verdad no le inhiba la palabra, profesor.

¿Más bochorno? Cristina cambió en el Senado la fórmula de los aumentos jubilatorios que había mandado el Gobierno; a primera vista, la fórmula de Cris es menos cruel que la del Gobierno, pero en realidad se parecen bastante: las dos están pensadas para satisfacer a los jóvenes funcionarios del Fondo Monetario, no a nuestros abuelitos; ojo con la diputada Mirta Tundis, que en cualquier momento pega el portazo y se pasa al macrismo. Alberto afirmó que la nueva fórmula se le había ocurrido a él, no a Cris; no es cierto, pero es gracioso.

Tampoco son días de gloria para la vice. Estamos más atentos a registrar sus avances y triquiñuelas que sus retrocesos. Le fracasaron la estatización de Vicentin y la reforma judicial, el fallo de la Corte sobre los jueces Bruglia y Bertuzzi no fue lo que ella esperaba, Casación convalidó el testimonio de los arrepentidos en la causa de los cuadernos, ha encontrado enormes dificultades para meter a un jefe de los fiscales por la ventana, y hasta Claudia Villafañe se dio el lujo de decirle que no en la cara. Con lágrimas en los ojos lo digo: Cris ya no es la misma. El fallo de la Corte devolverá a Boudou a la cárcel y a Lázaro Báez lo espera una condena en el caso de «la ruta del dinero K», situaciones estas que no creo que vayan a dejarla de cama. Evidentemente, el tiro más fallido resultó su propia creación, Alberto, con el que ha encontrado, por fin, la forma de no tener diferencias: no dirigirle la palabra. Corto mano corto fierro, tenerte de presi es un infierno

En la oposición, la comidilla del momento es que el recorte de unos 70.000 millones de pesos a la Ciudad, para transferirlos a la provincia, se logró gracias a que el kirchnerismo alcanzó el quórum justo, de 129 diputados, para tratar la ley; con 128 no le alcanzaba. Lenguas viperinas de Juntos por el Cambio reflexionaban antenoche, entre risueñas e incrédulas: «Horacio perdió 70.000 millones de pesos por un voto. ¡70.000 palos por un voto! Le faltó un poco de maldad, ¿no? Horacito querido, se te escapó la tortuga».

Este país es tremendo: si no sos pícaro te acusan de no estar para las ligas mayores, y si sos un tanto chambón te ponen un megáfono para que calmes a las fieras.

Fuente: La Nación