A pesar de lo que empiezan a mostrar las encuestas sobre el malestar social, Milei redobla la apuesta y va por mayor control y ajuste. Volvió a poner la lupa en los gastos provinciales y renueva su pelea con los gobernadores. Su obsesión por controlar recursos y gastos está llegando a niveles peligrosos, según algunos funcionarios libertarios.
DANIEL SALMORAL.- Cuando pocos lo imaginaban, el Papa Francisco, peronista confeso de toda la vída, decidió calzarce los botines y entrar a la cancha a disputar el partido que se juega en su patria y eligió hacerlo del lado de los que «tienen hambre» y en contra del equipo del presidente Javier Milei a quien considera, aunque no lo diga explícitamente, un «león voraz» que irá por la última gota de sangre de los argentinos en su afán por alcanzar déficit cero permanente y un índice inflacionario del 1% para los primeros meses del año que viene.
Francisco ya había criticado con dureza la gestión libertaria a quien no solo le recriminó su política de ajuste generando miseria, sino también de manera puntual actos de corrupción en licitaciones públicas y sobre todo el ataque con gas pimienta a manifestantes, jubilados y niños, por parte de la policía bullrichista días atrás.
El jefe de la Iglesia Católica fue muy duro con Milei, a quien acusó de llevar adelante una política dura con los más débiles y generosa con los poderosos, señalando a la vez a funcionarios ministeriales en hechos de corrupción que consideró vergonzosos.
Cómo era sabido, inmediatamente el Presidente salió a cruzarlo contestándole con términos económicos: “la mejor política social es el equilibrio fiscal”, escribió desde el avión que ya lo depositó en Nueva York donde disertará por primera vez en Naciones Unidas (ONU) y se volverá a encontrar con el magnate Elon Musk.
Votos para el Presupuesto
Lo cierto es que más allá de la pirotecnia verbal que cruzaron, el libertario ya adelantó que ahora buscará los votos que necesita en el Congreso para que le aprueben el primer presupuesto liberal de la historia política argentina y ya adelantó que hará lo necesario para conseguirlo.
«En este tema el Presidente no hará concesiones. Irá por todo en lo que hace al presupuesto porque allí está la síntesis de lo que quiere para su gestión y los objetivos en el corto y mediano plazo. El ajuste es central y absolutamente necesario porque sin ese equilibrio que busca, todo volará por los aires y todo el esfuerzo que hicieron los argentinos más pobres este año se habrá perdido. Es por eso que Milei es tan voraz en los recortes presupuestarios, porque allí está la base de su plan de gobierno», le dijo a este diarioweb un economista salteño que se ufana de conocer la intimidad del pensamiento presidencial.
Milei dio una muestra de esto el domingo pasado cuando les avisó a los gobernadores que tendrán que ajustar aún más en sus provincias y que de ahora en más, ya con la «ley de leyes» en marcha, «no habrá un peso que salga fuera de lo acordado en el Presupuesto, por eso es importante que los gobernadores acompañen con sus legisladores su aprobación para que todos sepamos cómo tendremos que comportarnos fiscalmente el año que viene», ha dicho Milei ratificando su preocupación por lo fiscal como base esencial de su gestión.
Fuentes parlamentarias ya hicieron saber que el tratamiento en el Congreso llevará por lo menos sesenta días, así que los más optimistas consideran que antes de fin de año podría estar aprobado, siempre y cuando no hayan mayores sobresaltos, aunque eso, ciertamente, es muy difícil de pronosticar.
Humor social
De todas formas, la idea original de no comprometer el equilibrio será la base de la gestión aún cuando el costo social sea aún mayor que el que vemos en estos días.
Si bien es cierto esto es lo más importante para el Presidente, debería empezar a mirar lo que muestran las encuestas sobre el humor social que, según algunas de ellas, comienza a cambiar rápidamente y deja abierta una clara incertidumbre sobre lo que podrá pasar en la elección de medio término del año 2025.
Eduardo Paladini, director de la Consultora Proyección, indica que más del 40% considera que ya no tiene paciencia con el gobierno liberal mientras que un 17% indica que solo podrá esperar 60 días máximo, para que la situación de pobreza que viven comience a mejorar, de lo contrario indican que «deberán tomar otro camino», sin especificar cuál.
Así las cosas, el hartazgo con los ex gobernantes que le sirvió antes a Milei ahora comenzaría a jugarle en contra porque en verdad la gente la está pasando mal y empieza a perder la esperanza que las cosas mejoren en el corto plazo.
Epílogo
Con un clima social enrarecido, Milei se apresta a terminar el año creyendo haber siendo coherente con lo que anunció en la campaña electoral.
«Dijimos que bajaríamos la inflación y lo hicimos», afirma un dirigente libertario, quien considera que la gestión es mucho más valorada por la gente que lo que muestran las mediciones.
«Nunca mentimos», agrega y ratifica el compromiso presidencial de terminar con «la casta», aun cuando todo indica que es el Presidente quien se está alineando con los postulados que aseguró combatiría.
Clima raro. Asado para festejar que le arruinaron aún más la vida a los jubilados; anticipos de mayor ajuste y penurias para los olvidados de siempre.
Esta vez a cargo de un personaje nuevo que está demostrando a pasos acelerados que es más de lo mismo, pero que las alternativas a su modelo de gobierno por ahora no existen.
Queda más de un año largo para los comicios y en ese tiempo todo podría pasar en materia política, pero lo real es que no existen certezas de que un cambio de modelo podría beneficiar a tantos que quedaron en el camino en estos largos meses de gestión libertaria.
En síntesis, Argentina sigue siendo una nave a la deriva, con una tripulación desorientada y hambrienta, a la que otra vez le han mentido.
Su clase dirigente en tanto, dice cuestionar a Milei pero en los hechos lo acompaña y se inclina ante sus medidas a cambio de conservar sus privilegios que espera sean para siempre.
Otra vez el «gatopardismo» asoma en la política argentina y esta vez juega a favor de un recién llegado, que ya hizo saber que siempre «hay que cambiar para que nada cambie»…