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La ideología detrás de la excarcelación de presos – Por: Laura Di Marco

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DANIEL SALMORAL.- Anoche se hizo el segundo cacerolazo en contra de la liberación de presos y pasó a un cuarto intermedio la mesa de diálogo entre los presos de Devoto y los funcionarios del Gobierno para agilizar la suelta de presos en medio de la pandemia.

La excarcelación de presos, con la excusa del coronavirus, que ciertamente en algunos casos está justificada y se produjo, aunque de otro modo, en otros países del mundo, es una decisión judicial, política, sanitaria y de seguridad. Todo eso junto, pero a la vez, por debajo de todo eso, hay una ideología que se juega en gran parte del kirchnerismo. Este es el condimento argentino de este drama.

Para poner el tema cárceles en contexto: hay 85 mil presos en todo el país, casi 44 mil en la provincia de Buenos Aires. Ya salieron 2244; quedan 41.100, aproximadamente. En las cárceles federales hay 12.700, y allí salieron unos 200. La liberación de Boudou tuvo su efecto: a partir de entonces todos los días se presentan entre 100 y 150 pedidos en favor de detenidos.

Hay una «campaña mediática», dice el Presidente, que trata de instalar que va a haber un indulto para las personas que han sido condenadas. Boudou ha sido condenado y está en su casa. Es un hecho, no una campaña. Y por Ricardo Jaime pidió la libertad un funcionario de su gobierno, ni más ni menos que su Secretario de Derechos humanos.

¿Los organismos de derechos humanos no tienen nada para decir sobre el pedido de liberación de una persona que, según la Justicia, cometió actos de corrupción cuya consecuencia fue la tragedia de Once, que se llevó la vida de más de 50 personas?

Dicen los albertistas que no es momento para pelearse con los organismos de derechos humanos. ¿Por qué, si el Presidente tiene la suficiente popularidad? Pero ser popular no es lo mismo que ser líder. Un líder popular era Néstor Kirchner o Cristina Kirchner en su momento, que fijaba una posición y eso era dominante dentro del kirchnerismo.

Pero este presidente tiene el poder loteado. Y uno de sus lotes, el massismo, salió a reivindicar una postura opuesta a la del Presidente en el tema de las cárceles. Recordemos que, cuando Massa era intendente de Tigre, su caballito de batalla era la seguridad.

La polémica está en su punto más alto: Marcela Losardo, la ministra de Justicia, negó que se estén liberando asesinos o abusadores. Sin embargo, hubo varios casos de asesinos y acusados de abusos sexuales que en los últimos días volvieron a sus domicilios para cumplir allí sus penas. A esa lista se sumó un condenado por delitos de lesa humanidad.

Tuit de Víctor Violini: el habeas corpus colectivo que resolví no permite el arresto domiciliario de: delitos cometidos con armas, delitos de violencia de género, delitos de abuso sexual o delitos cometidos con violencia.

El caso de Pedro Olmos es paradigmático: liberado por el juez Víctor Violini está acusado de violar a una niña de 13 años en la localidad de Villa Centenario, en Lomas de Zamora. Cumplirá la prisión preventiva a pocos metros de la vivienda de la víctima.

La batalla ideológica es inocultable en el kirchnerismo, entre duros y abolicionistas. Porque no son garantistas, muchos son directamente abolicionistas. Es el caso de Zaffaroni, uno de los referentes intelectuales del kirchnerismo cuyos textos son decisivos en las universidades públicas, incluso en aquellas donde se forman los futuros periodistas. El expresidente de la Corte Suprema cristinista tiene muchos textos donde el eje central es el abolicionismo. Es decir, abolir la cárcel como forma de reparación o rehabilitación de una persona que mató, violó o robó. Zaffaroni es un referente intelectual y jurídico de Cristina Kirchner.

El 25 de mayo de 2015 -fecha patria- una de las bandas musicales centrales fue la murga Agarrate Catalina. Gobernaba Cristina y te estoy hablando de un acto central de la fecha patria. Nos vamos a detener en el mensaje político de la murga, que exalta a los pibes chorros y que encaja con esta idea de cierta parte del kirchnerismo -una idea bien sententista- de que la violencia de los de arriba engendra la violencia de los abajo, dentro del capitalismo o del neoliberalismo. Siguiendo esta idea, la violencia sería una salida justificada para la marginalidad.

Detrás del abolicionismo de Zaffaroni se encolumnan varios referentes del peronismo de izquierda que están en este gobierno. El contrapunto de Zaffaroni es Berni, que también reporta a Cristina. «El discurso Berni es del populacho vindicativo. Si tenemos jueces que se dejan intimidar por el discurso populacho, estamos perdidos», advirtió Zaffaroni. Berni le respondió: «Masacres son las que tenemos todos los años en la provincia de Buenos Aires cuando los delincuentes nos matan mil bonaerenses».

Obviamente, ahora hay un motivo coyuntural para la liberación de presos: el Gobierno argumenta que si el virus entra a las cárceles desbordaría el sistema sanitario bonaerense y las camas de los hospitales quedarían repletas de presos.

Antes marcábamos la diferencia entre liderazgo y popularidad. Alberto Fernández tiene niveles astronómicos de aceptación popular por la manera en que está gestionando la pandemia. Sin embargo, la consultora Poliarquía registró la semana pasada una tendencia a la baja. Cuatro puntos en su imagen, que igual es del 80 por ciento y siete puntos bajó también la aprobación de su gestión. Los encuestadores creen, además, que el tema cárceles también debería haberle provocado otro descenso en su imagen, pero eso todavía no está medido. Es una hipótesis.

Otra cosa que miden las encuestas es que la sociedad está menos preocupada por el coronavirus con respecto a hace seis semanas atrás. De hecho, las noticias sobre el virus interesan un poco menos que hace un mes. Ese corrimiento de la agenda pública hizo que entrara en la agenda mediática el tema cárceles.

Alejandro Catterberg, uno de sus directores, lo explica así: «Se está quebrando la idea de unidad, tipo Malvinas, donde estamos todos unidos luchando contra el virus». Lo atribuye a tres razones, entrelazadas:

1.-El propio éxito de la cuarentena hizo que la gente le tenga menos miedo al coronavirus. No hubo, hasta ahora a las menos, ni terapias intensivas desbordadas ni se disparó la curva de contagios o de muertos.

2.-Entran en la agenda mediática otros temas, como la economía o los presos, noticias que no son tan favorables al Gobierno.

3.-Estados Unidos y Europa empiezan una tímida apertura económica y ensayan una vuelta a la normalidad, un panorama muy diferente a los miles de muertos que veíamos en televisión a diario. Ese cambio en la agenda del mundo, también impactará en la Argentina.

Fuente: La Nación