DANIEL SALMORAL.- El domingo venidero, más de un millón de salteños/as estarán habilitados para votar en las elecciones provinciales y municipales de renovación legislativa.
Quienes concurran a las urnas, deberán optar entre más de once mil candidatos/as que buscarán ocupar bancas legislativas en las Cámaras de Senadores y Diputados, Concejos Deliberantes, una intendencia, además de sesenta convencionales constituyentes, que se deberán ocupar de reformar la Constitución de la provincia cuyos aspectos centrales a modificar ya fueron establecidos por el Poder Legislativo.
En un acto eleccionario atípico e inimaginable a causa de la pandemia, quienes aspiren ocupar una banca deberán luchar antes que nada con la apatía, la bronca, el hartazgo y la desilusión que tiene una sociedad agobiada por los problemas cotidianos y que ya descree de una dirigencia política a la que ve cada día más lejana.
Con partidos políticos en extinción, el campo resulta orégano para muchas y muchos aventureros y oportunistas que se jugarán, como en el casino, una ficha para ver si el próximo domingo «ligan un pleno» y de esa forma se salvan en lo personal y familiar por dos o cuatro años.
La falta de compromiso social, ya ha mostrado de qué manera cumplen con la tarea una vez que la mayoría de los candidatos acceden a los escaños legislativos.
Por lo visto, varios se ocupan de atender cuestiones menores que en verdad no impactan en el conjunto societario sino que apenas si favorecen a pequeñas minorías, siempre cercanas a ellos mismos.
La pandemia, con toda su secuela de hambre, desolación y muerte, no ha hecho más que desnudar estas viejas falencias que se vienen arrastrando y que a pesar que las promesas del conjunto dirigencial político, siguen vigentes y más dañinas cada día.
El ciudadano de a pie que no tiene ningún privilegio, cada vez cree menos en la política y en los políticos, por eso los números que se conocen hasta ahora indican que apenas un poco más 50% del padrón concurriría a los lugares de votación a elegir a algunos de los postulantes.
«No se si ahora iré a votar a pesar que toda la vida cumplí con mi responsabilidad cívica», le comentó a este Portal un ciudadano de mediana edad, y esa su duda, es la que tienen muchos.
Con una campaña electoral fría, sin propuestas interesantes y con mucho maquillaje, todo parece indicar, si se cumplen algunos pronósticos, que esa ausencia de votantes va a determinar que el mapa político en la provincia no sufra alteraciones.
Cambiarán algunos nombres, pero la mayoría que muestra el oficialismo provincial, quedará intacto.
«Tendría que pasar algo realmente inesperado para que algo cambie». deslizó un candidato, aunque se reservó la posibilidad que la izquierda repita su performance electoral de medio término, aunque esta vez hay que decir que será difícil producto de la atomización en la que ha caído en este último tiempo.
Ante este escenario en el que se juntan tantas cosas en contra, habrá que ver finalmente que ocurrirá pero todo hace ver que seguirá siendo como hasta ahora.
De todas formas, el comicio del domingo pasará a la historia no sólo por haberse desarrollado en plena pandemia, sino que ahora como nunca antes, aparece tanta gente a la que en verdad poco y nada le importa lo que digan y hagan los políticos, aún cuando en ello esté en juego su futuro y el de sus familias.
Sobre el cierre de una charla de café, un veterano dirigente político decía que ojalá que esta pobreza política que se vive a una semana de la elección en Salta, ayude para que rápidamente los partidos políticos se recuperen en su esencia y aíslen a tanto chanta disfrazado de político.
