La gente está ocupada en resolver sus problemas cotidianos y se muestra ajena a los comicios que se harán en unos días. Cada vez cree menos en lo que dicen los políticos. Sabe, a estas alturas, que dirigentes y votantes no viven en el mismo planeta.
DANIEL SALMORAL.- A menos de treinta días de las elecciones provinciales, un dato revelador preocupa a los candidatos de todos los espacios políticos: la indiferencia ciudadana sobre los comicios legislativos convocados para el 11 de Mayo venidero.
En los diferentes sectores políticos, se analiza por estas horas el porqué del escaso interés por las elecciones y lógicamente por los candidatos, más allá de su pertenencia partidaria.
Desde todos los espacios, aunque no se lo exprese abiertamente, existe preocupación por la concurrencia ciudadana a los lugares de votación por algo que cada día es más notorio: la gente de a pie, los votantes, muestran poco o nulo interés en las elecciones legislativas que llegan, mostrando así su hartazgo con los políticos por el incumplimiento de promesas u ofertas que se hacen en tiempos de campaña, pero que una vez que llegan a lo que buscaban, se olvidan de lo dicho y sólo se ocupan de sus propios problemas, ignorando la situación de sus votantes y olvidando sus promesas de trabajar por el bien del conjunto.
«Todos son iguales. Ninguno cumple lo que dice en campaña. Cuando llegan se olvidan de sus propias palabras y se alejan día a día de la gente que estoicamente espera que alguien mejore, aunque sea un poco, su calidad de vida», le dijeron a este diarioweb cuando consultamos sobre el interés electoral.
La lejanía del conjunto social con la dirigencia política se hace más evidente cada día, y esto se puede comprobar a través de las redes sociales donde los insultos y descalificaciones hacia los políticos por encima de pertenencias partidarias, están a la orden del día.
«Chanta, mentiroso, chorro», y otras palabras de grueso tenor ofensivo son las que se desgranan para referirse a cualquier político/a por parte de gente de carne y hueso, que ya no disimula su bronca por los privilegios que ve que gozan todos los políticos: oficialistas y opositores.
El salario de un funcionario público y las obscenas dietas de los legisladores – los senadores nacionales cobran 9 millones de pesos por mes – contrastan de forma violenta con lo que cobra un jubilado – 350 mil pesos por mes – y genera una brecha muy difícil de reparar.
Lo peor en este tema, es el cinismo de los legisladores que intentan mostrarse empáticos con los viejos que todos los miércoles se movilizan a fin de hacerse visibles frente a quienes, desde siempre, les dieron la espalda ante reclamos que ya son ancestrales.
«Vamos a terminar con los privilegios de la casta», repetía el ahora Presidente cuando estaba en campaña y vendía espejitos de colores a los votantes que lo terminaron apoyando masivamente.
Pero una vez que llegó, se olvidó de sus dichos y como hicieron otros antes que él, usó a los más vulnerables, sin piedad, para llevar adelante un ajuste salvaje que terminaron pagando los de siempre.
Imbuido de una indiferencia total ante el sufrimiento generalizado, Milei sigue avanzando en su cruzada por pulverizar el Estado que, según su filosofía, es el culpable de todos los males argentinos.
Ahora solo se ocupa de eso y nada ya dice sobre terminar con los privilegios de la casta a la que en los hechos, hace rato que ya no combate y ahora la tomó de aliada.
Eso, a pesar que desde La Libertad Avanza se niega y dicen que están en constante combate con ella, en los hechos se ve que estos liberales son una versión renovada, pero casta al fin.
Por eso, la gente no quiere saber nada con ir a las urnas: «son lo mismo y no importa lo que digan, ya no le creemos nada a ninguno», afirman.
Epílogo
De todas formas, hay que decir que ya con la campaña formalmente lanzada, es muy poca la presencia de propaganda o algo que evidencie que ya estamos en tiempos electorales.
«No hay espíritu electoral», reconocen los dirigentes barriales que extrañan los tiempos de los actos callejeros y las caminatas, que permitían que los vecinos estuvieran aunque sea un vez al lado de los candidatos, porque saben que una vez que lleguen a sus escaños solo volverán a verlos en la TV o en los diariosweb.
«Es triste pero es así. Esa es la realidad», repiten apesadumbradas un grupo de mujeres con un activo pasado militante, que ahora se sienten defraudadas por lo que consideran es la decadencia en la que cayó la política y sus protagonistas.
Sin dudas, hacen falta ejemplos tangibles de parte de la dirigencia política para devolver la credibilidad en la Democracia y quienes se supone deben ser sus mejores interpretes.
Cuántos salteños irán a votar?… es la pregunta que por estas horas circula en los mentideros políticos.
«La Democracia no tiene repuesto», se dijo en estos días y la apreciación es verdaderamente acertada.
Sería saludable que la dirigencia política en su conjunto, tenga en cuenta esta observación antes que sea demasiado tarde.