Inicio Destacadas El peronismo y la reelección – *Por: Carlos Saravia Day

El peronismo y la reelección – *Por: Carlos Saravia Day

50
0

DANIEL SALMORAL.- ¿Qué alma cristiana no ha oído hablar estremecida del emperador Diocleciano, autor de la mayor persecución de cristianos? Siendo emperador abdicó quizás por cansancio moral -como Orgaz al dejar la Corte de Justicia-, y se retiró a un pequeño fundo en Salonia, dedicado a la horticultura. Fue cuando el poder de Roma entró en una de sus frecuentes crisis y le ofrecieron de nuevo la púrpura imperial. Cuando trajeron el mensaje, rechazó el ofrecimiento con sonrisa de lástima, y señalando su huerta dijo que no estaba dispuesto a abandonar el disfrute de la felicidad por la congoja del poder. Había renunciado a la reelección.

    Resulta perfectamente verificable que el tema de la reelección es una cuestión larvada en el sistema político republicano (que limita el ejercicio del poder). Es un tema que aparece en el momento en que el turno se agota, y un partido hegemónico bajo un liderazgo concreto renueva la antigua y recurrente teoría e intenta ponerla en práctica.

   Primero fue en 1949, bajo el liderazgo de Perón y el predominio del peronismo. El resultado fue la reforma del texto constitucional, que incluyó la reelección, hasta entonces prohibida por la Constitución.

   El otro momento fue cuando Alfonsín pretendió fundar el “Tercer movimiento histórico”. En este caso el propósito resultó frustráneo.

   Por último Menem, quien lo logró a través del Pacto de Olivos, el penúltimo pacto de una serie de los “pactos preexistentes”, y digo penúltimo porque como en “Las mil y una noches” siempre falta una noche para el caso (siempre habrá un pacto más). Y logró introducir así, la reelección presidencial inmediata por única vez.

   Es a partir de 1986 donde comienza un período de reformas constitucionales en las provincias y el morbo constitucional se contagia como la epidemia y la fiebre, y  aparece la reelección inmediata de los gobernadores. Algunas constituciones provinciales que incluyen la reelección reproducen en forma servil la cláusula reeleccionista pactada en Olivos; otras lo hacen de manera ambigua o confusa; por último hay provincias que lo hacen sin límites (ad nauseam), es decir hasta el vómito.

   La opinión de Perón:

  El presidente Perón, en su discurso del 1 de mayo de 1949 en la asamblea legislativa, había afirmado en relación con la reelección presidencial “mi opinión es contraria a tal reforma, y creo que la prescripción existente es una de las más sabias y prudentes de cuantas se establecen en nuestra Constitución”.

   Perón argumentaba en varias direcciones: en primer lugar hacía hincapié en la naturaleza humana, se hacía eco de aquello de que el hombre es “lobo para el hombre”, según la frase resobada y mal atribuida al inglés Hobbes, cuando muchos siglos antes lo había hecho el romano Plauto, y que Lord Acton actualizara definitivamente en el enunciado “El poder corrompe y cuando es absoluto corrompe absolutamente”. Es la tesis acertada de la villanía universal o de la teológica tentación del diablo.

   En segundo lugar, Perón apuntaba a la creación de nuevos dirigentes cuando decía “que llegue otro con nuevas ideas y nuevas energías”, es decir, planteaba la necesidad de la circulación de las élites y del recambio generacional.

   Por último recurría al clásico argumento, de que la reelección forzaría la tradición personalista y dice “El actual personalismo, que lucho por anular desde el gobierno, debe evolucionar hacia una organización estable. Sería peligroso para nuestro movimiento y para la salud de la república”.

   En su discurso aparece un catálogo de vicios y males que sobrevendrían de autorizarse la reelección.

    La cláusula de la reelección en 1949 fue introducida, contra la opinión del líder recién expuesta, por una asamblea constituyente donde había de todo: juristas, rábulas y obsecuentes, y sin límite de tiempo alguno, es decir ad aeternum.

   La última reforma de 1994 reintrodujo la cláusula reeleccionista, y como contrapartida, la oposición -supuestamente como contraprestación- lograba atenuar las facultades del poder ejecutivo y acentuar los controles.

   El resultado de la reforma significó diez años de menemismo.

   La única forma de atenuar las facultades presidenciales y aumentar los controles, es legislando sobre una nueva ley de coparticipación federal y reglamentando el ejercicio de los decretos de necesidad y urgencia, proyecto que fuera presentado oportunamente por la senadora Fernández de Kirchner .

   Cierto es que la cláusula de la reelección inmediata, que está vigente, no deja de ser un residuo constitucional de la vesanía de Menem y de la complicidad de la oposición que la habilitara, pero no es menos cierto que Perón tenía razón en lo que decía en 1949, aunque fuera el primero en hacer lo contrario; así fue también el primero en pagar el pecado de contradicción. Ya lo dijo Quevedo “No habrá un espíritu valiente, siempre ha de pensar lo que se dice, y nunca se ha de decir lo que siente”.

   En Salta se reformó la constitución de acuerdo con el “Pacto de Olivos”. Hube de ser constituyente y me tocó votar y lo hice en contra de la reelección del gobernador junto al Ing Carrizo (Socialista), Fueron 60 constituyentes, 58 lo hicieron por la reelección siguiendo el Pacto de Olivos (Ver diario de Sesiones). Tanto radicales como renovadores.

*El autor es abogado – Diputado Provincial (MC) – UCR

Fuente: danielsalmoral.com.ar