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El «Chauncey» Gardiner argentino – Por: Daniel Salmoral

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La mayoría de la gente sabe qué, gane quien gane, los días que vengan, como dijo el primer ministro inglés Winston Churchill durante la segunda guerra mundial, serán de «sangre, sudor y lágrimas».

DANIEL SALMORAL.- «Es la historia de quien ha vivido apartado del mundo y que un día tiene que enfrentarse a él. Chance es capaz no sólo de sobrevivir si no de llegar a las más altas esferas de la sociedad hablando de lo único que conoce, su jardín, un discurso que se toma por metafórico y dotado de gran sapiencia por empresarios, políticos, medios de comunicación… Lo mejor de todo es que no media maldad ni engaño por parte de Mr. Chance, el sólo se muestra como es y los demás simplemente, lo ven como desean que fuese».

Esta es la síntesis de la sencilla pero extraordinaria novela de Jerzy Kosiński, un autor estadounidense de origen polaco quien en «Desde el Jardín», relata la increíble vida del jardinero, Chance «Chauncey» Gardiner, quien sin saber nada del mundo, de la política ni de ninguna otra cosa que no estén relacionadas con las tareas de un jardinero, llega al más alto lugar del poder.

«Desde el Jardín» también fue llevada al cine con marcado éxito y mostró las actuaciones brillantes de Peter Seller en el papel del «jardinero» junto a un elenco de notables como Shirley MacLaine, Melvyn Douglas y Jack Warden, como el presidente de Estados Unidos.

Kosinsky, en su extraordinario relato, va mostrando la manera en qué alguien desde la misma nada puede alcanzar el más alto sitial de poder llevado allí por la misma sociedad para la que poco antes no existía.

Su par argentino

Si se quiere, salvando algunos aspectos puntuales, la obra de Kosinsky sobre la vida de Chance «Chauncey» Gardiner, nombre que en realidad en su novela quiere decir «Chauncey», el Jardinero», guarda cierto paralelismo con el candidato presidencial de La Libertad Avanza, Javier Milei, quien cuenta con el 50% de posibilidades de alcanzar el más alto sitial en la estructura política nacional.

Al igual que Gardiner, Milei era hasta hace solo dos años atrás un desconocido personaje que aparecía de vez en cuando en programas de la TV por cable hablando de lo único que sabía: economía, al igual que el personaje de la novela que solamente podía hablar de jardinería.

El hartazgo de una sociedad cansada de promesas falsas y mentiras de políticos «profesionales», descubrió en este personaje nuevo con aspecto de loco, pero simpático, que podría ser el que hace falta para terminar de manera drástica y dolorosa con chantas y oportunistas que disfrazados de dirigentes políticos, gremiales y sociales, entre otros, usaron la política y el poder en su beneficio personal y sectorial dejando al resto social librado a su suerte.

El hoy posible presidente argentino de La Libertad Avanza, hubiera sido imposible que llegara a estas instancias decisivas si sus hoy adversarios de «la casta», como denomina Milei a la dirigencia de siempre, hubieran hecho las cosas medianamente bien y como en otros lugares del mundo, como España o Chile con el «Pacto de la Moncloa» o «La Concertación», hubieran acordado «políticas de estado» ante los grandes problemas que fueron los que les permitieron a esos países y sociedades superar problemas históricos pero básicos como la inflación, por ejemplo.

En nuestro país, por el contrario, hace cuarenta años que todos los que llegan a la Casa Rosada fracasan, tarde o temprano, porque no fueron capaces de buscar y alcanzar acuerdos estructurales para avanzar en otros aspectos esenciales para darle a todos los ciudadanos el ansiado estado de bienestar.

Radicales, peronistas y liberales, en todas las versiones, terminaron sus gestiones sin haber logrado por lo menos mitigar los efectos recibidos de la pesada herencia de la dictadura a lo que agregaron sus errores propios, lo que ahora exhibe de manera grotesca índices vergonzosos de inflación (casi 150% anual); pobreza (42,9%) indigencia (9,8%) y desocupación (6,2% en segundo semestre de 2023), entre tantos más.

Ante esta realidad, para buena parte de los argentinos resulta tragicómica la campaña del miedo instalada desde el oficialismo diciendo lo que podría pasar si Milei llega a la presidencia, aunque habría que tener presente aquello que afirma, con acierto, «que siempre se puede estar peor».

Así las cosas, arribamos a esta instancia que se define en esta jornada de domingo y puede quedar para la historia como la que marcó el final o el renacer del kirchnerismo, que ahora podría pasarse a llamar «massismo».

La moneda por estas horas está en el aire y quien ganará es una incógnita, pero por encima de ello lo más importante para los argentinos, más allá de diferencias partidarias, es qué pasará el lunes y los días que vienen con este país devastado por administraciones inútiles pero además corruptas, conformando así un coctel explosivo en perjuicio de la sociedad toda pero más que nada para los más vulnerables.

Es este grupo social, pero también en la otrora orgullosa clase media argentina, a estas alturas todavía no sabe si irá a votar y en ese caso por quién lo hará.

Según consultores, hay un porcentaje importante que literalmente «deshoja margaritas» para que sea el azar quien decida su voto.

«Es tal la angustia de muchos electores que echarán a la suerte por quien votar para así, si las cosas salen mal después, puedan argumentar, en defensa propia, que no fueron ellos quienes decidieron su voto sino el azar», comentó el director de una consultora a este Portal.

También adelantaba, que la mayoría de la gente sabe que gane quien gane, los días que vengan, como dijo el primer ministro inglés Winston Churchill durante la segunda guerra mundial, serán de «sangre, sudor y lágrimas», por eso, de manera consciente o inconsciente por estas horas, ya se preparan para lo peor.

Epílogo

Domingo para optar, solamente optar, entre Massa o Milei, Milei o Massa.

El Ministro, ya canchero en estas lides y rodeado de sus íntimos, debe estar esperando que los recursos millonarios y de todo tipo desplegados durante su campaña finalmente den sus frutos.

Milei por su parte y al igual que «Chauncey» Gardiner, debe estar en su intimidad absoluta preguntándose: «cómo carajo hice para llegar aquí».

Su pregunta en verdad y ya en el final de esta historia, es la misma que muchos argentinos/as, con mucha culpa, también nos hacemos: «cómo carajo hicimos para llegar hasta aquí»…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JERZY KOSINSKI