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Coronavirus: primer balance; ni muy muy, ni tan tan – Por: Carlos M. Reymundo Roberts

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DANIEL SALMORAL.- Como se está por cumplir un mes desde que apareció el primer argentino con coronavirus, creo que es tiempo de preguntarnos qué tal lo estamos haciendo. A mí, el balance de este mes me da balanceado: ganamos y perdemos. El punto más alto fue el anuncio de la cuarentena obligatoria hecho por Alberto Fernández en Olivos. «Che, estuvo muy bien el profesor, eh», me chatearon varios apenas terminó el discurso de 7 minutos, acompañado de líderes opositores. Lástima que no estaba Cristina: se había ido a Cuba a gestionar la llegada de 500 médicos. De ellos, 100 para atender a Florencia.

¿Médicos? Sí, son médicos, y también gente a sueldo del régimen, y también embajadores de la revolución. Tipos muy competentes, por cierto. Al salir de Cuba, Flor posteó -no lean lo que escribió ese día en Instagram porque podrían llegar a conclusiones apresuradas- que estaba llorando «lágrimas negras». Su madre la tranquilizó: «Se te corrió el rímel, nena». Si Alberto se ganó las palmas por su discurso y su hiperactividad, Cristina perdió muchos puntos descansando a la sombra de palmeras en las playas de La Habana. Y, sobre todo, manteniendo un llamativo silencio sobre la pandemia. El país atraviesa un drama gigantesco, social, sanitario y económico, y ella, nada. Tengo tres teorías para explicar ese ominoso mutismo: 1) Está tan angustiada que no le salen las palabras. 2) Para preservarla del contagio, Alberto la tiene encerrada en un baño de Olivos. 3) No la dejan decir lo que ella piensa: que el coronavirus es un yuyo.

Más allá de la utilidad de los 500 médicos, para dar una mano en Buenos Aires yo hubiese traído, no sé si de Cuba, a otros profesionales. Psicólogos, sociólogos, economistas, comunicadores, todos dedicados a asistir a Kicillof. Me da pena, en serio, verlo tan desprovisto de armas para el laburo que le ha caído encima. Ya tenía serias dificultades antes del virus. Máximo Kirchner puede ser muy cruel aun sin proponérselo. Lo llama «Axel 19». Para terminar con los médicos cubanos, digamos que el Presidente ya pensó en cómo retribuir el gesto: les va a mandar a Ginés.

Sigo con el balance. También me da positiva la actuación de la ministra de Seguridad, esta chica Sabina Frederic. Tiene un problema ideológico y cultural con cualquier cosa que huela a milicos, y se ha visto obligada a sacarlos a todos a la calle y a aparecer en las fotos con ellos. Por suerte, el distanciamiento la exime de tener que darles la mano. A ella le preocupan más los excesos en los controles que la gente que se burla de los controles. Bien hecho, Sabina: dura con los uniformados. Que de la represión se ocupe Berni. ¿Berni? Otro aprobado. Si Sabina hace el papel del policía bueno, él es el malo, malísimo, siempre tan necesario. ¿No les encanta que los Kirchner le hayan puesto a Kichi un ministro como Berni? Vaya mi like para la dinastía hotelera.

No menos méritos ha hecho Alejandro Granados, intendente de Ezeiza, al bloquear los ingresos con montañas de tierra. Es una medida antipática, individualista y desintegradora, pero su miedo es que liberen a los presos políticos. Además, no es el único intendente que se cortó solo. Sospecho que ha cundido la admonición de Morales, el gobernador jujeño: «La Capital y el conurbano van a explotar». Gracias a Dios, tuvo la precaución de pedirles a los periodistas que lo escuchaban que esas palabras no salieran de Jujuy. Morales también bloqueó la provincia con objetivos penitenciarios: teme que se le vaya a escapar Milagro Sala.

¿Guzmán? Bueno, el novel (con v corta, claro) ministro de Economía está haciendo lo que puede, que no vendría a ser mucho. Fue llamado a renegociar la deuda, y él debería renegociar su contrato porque la pandemia no traerá más que recesión, inflación, desempleo, pobreza. Su perfil teórico, como el de Frederic, seguramente lo habilite para explicarnos lo que está pasando. No le pidan que además tenga que arreglarlo. «Soy científico, no CEO». Es cierto que explicaciones sobran: Marcelo Sain, ministro de Seguridad de Santa Fe, dijo eso de que el coronavirus «es culpa de los chetos». Obvio. Wuhan es un enclave recontra cool .

¿Los opositores también aprueban el examen? A ver: están en la buena onda de respaldar todo, de llamarlo al Presidente para brindarle su apoyo, de trabajar coordinadamente con el Gobierno, de sumarse a sus directivas, de callarse las críticas. Adolfo Rubinstein, que fue ministro de Salud de Macri, dijo el lunes en el programa de Pagni que Alberto Fernández estaba mostrando «mucha valentía». La pregunta es si hay que elogiarlos por ese colaboracionismo. Quizá no saben hacer otra cosa. No saben insubordinarse, salir a tirar piedras, incendiar el conurbano o fundar el Club del Helicóptero. Ni siquiera juntan fuerzas para decir que las cifras de infectados que se conocen son muy menores a las reales, no porque esté metiendo la mano Guillermo Moreno, sino porque se está testeando a un número insignificante de la población. Solo a los que tienen síntomas, en una enfermedad muchas veces asintomática. Pero, bueno, manto de piedad con la oposición. No se les pueden pedir peras a los que no son peronistas.

Mi conclusión. No estamos mal. No sé si vamos bien.

Fuente: La Nación