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El bifronte Alberto – Por: Sergio Crivelli

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Tras un mes de gestión no quedan demasiadas incógnitas sobre la dirección que tomará la economía bajo Alberto Fernández. Así como los K tenían un modelo populista responsable en buena medida de la presente situación, el nuevo presidente puso en marcha uno de tipo mixto: por un lado ortodoxia fiscal al estilo del neoliberalismo menos piadoso, y por el otro, una estrategia monetaria expansiva para alentar el consumo de las clases bajas e impedir que el PBI siga cayendo.

Días atrás su jefe de gabinete, Santiago Cafiero, negó que este esquema constituyera una «estafa electoral», pero esa es una cuestión secundaria. Lo central es que el presidente echó mano a un pragmatismo que ninguna campaña podría haber soportado sin desembocar en el fracaso. Ese es el pragmatismo elogiado la semana última el FMI, institución que no es precisamente el mejor «campaigner» que un candidato pueda tener por estas latitudes.

La primera faz del modelo, el ajuste, ya dio resultados. Lo que genera dudas es la segunda, la reactivación económica. La primera dio resultados porque el elogio del FMI fue ratificado inicialmente por los mercados. Bajó el riesgo país y los bonos mejoraron. Se trata de una reacción incipiente, pero no menos crucial para un gobierno cuya prioridad es acordar con los acreedores rápidamente para evitar el default. Financieros: 1. Productivistas: 0.

Los mercados esperaban algo muy distinto de un candidato condicionado por Cristina Kirchner. La inmisericorde poda a las jubilaciones (principal partida del gasto público) fue algo así como una «prueba de amor» para los bonistas. Temían la vuelta del chavismo y se encontraron con von Mises. El hacha cayó sobre los sectores medios y medios bajos y eso tendrá consecuencias en el mediano plazo, pero por ahora ven a Fernández como una sorpresa estimulante.

Lo que genera menos confianza es, en cambio, la capacidad que tenga el presidente para mejorar la actividad económica. Ya hubo en ese sentido voces de alerta sobre la fuerte suba de la base monetaria, pero la respuesta que dan voceros del gobierno por canales informales es que todavía les queda margen para darle a la maquinita. Mauricio Macri aplicó una fuerte política contractiva y los agentes económicos podrían (en teoría) seguir absorbiendo pesos sin correr a comprar dólares. Los sectores en los que se inyectó la emisión vuelcan el 100% de su ingreso al consumo y tienen nula capacidad de ahorro. El hecho de que, además, sean votantes de Alberto no es un detalle menor.

El resto de la sociedad se divide en dos sectores. Uno, de ingresos bajos, que como está en negro no recibe ni un centavo. Otro, alto o medio alto que deberá restar al consumo la sobrecarga impositiva y la inflación galopante. De allí que como sucede con Ecolatina, consultora de los Lavagna, haya quienes dudan de la parte reactivadora del nuevo modelo. Esa duda no es infundada y paradójicamente es la más optimista, porque Fernández no parece tener plan B y en 180 días cuando el congelamiento se derrita nadie sabe qué puede pasar. Pero por el momento va ganando tiempo con la benevolencia de los medios.

Fuente: La Prensa