DANIEL SALMORAL.- Antes que la historia estuvo el mito. Homero precedió a Herodoto.
Shakespeare ponía en boca de uno de sus personajes: “la historia es un relato contado por un loco para muchos idiotas”. Antes que el Ciceron la caracteriza como “Magister Vitae”, es decir maestra de la vida.
El presente solo se entiende por el pasado a fin de no tropezar con la misma piedra. Es la actitud que debe observar el estadista y el espectador histórico abarcando ese vasto panorama de la historia es marcha para tantear el futuro inminente a través del pasado y el presente equivoco.
Pitágoras fue quien recomendaba sus discípulos que al encontrarse pronunciaran la palabra Hygieia (de allí proviene higiene entre nosotros), que es el máximo bien que un hombre puede desear a su semejante.
De esta manera nació el saludo, cuyo símbolo era el triple triángulo enlazado, es decir la estrella de cinco puntas. Era el símbolo de la salud con que encabezaban sus cartas.
Los antiguos grecorromanos (igual que nosotros), debían soportar gran cantidad de “infirmitas” (enfermedades). Una de éstas era la malaria, doblemente perniciosa por que hoy también significa sequedad de bolsillo y se la conoce como paludismo, Estas fiebres culminaban y terminaban en el mes de Febrero de allí el nombre del mes.
Los latinos acuñaron para siempre la sentencia de Junenal “mens sana in corpore sano”, elocuente y breve. Hoy en día se habla de estado pleno psico, físico y social, equilibrio imposible de conseguir por que todos sabemos que tal equilibrio es transitorio y precario y que el hombre sano es un enfermo potencial, sobre todo en un mundo globalizado, dónde el espacio se encoge y el tiempo se acelera, la enfermedad no respeta frontera y se universaliza de manera súbita y masiva: es la pandemia. Cuando el miedo se generaliza cunde el pánico. Con el coronavirus ya nadie tiene coronita.
No hay mito en la creación que no lleve la advertencia de la destrucción (el diluvio en todas sus versiones). La creación y la catástrofe conviven, en infatigable rotación se suceden. El economista contemporáneo Shumpeter define la economía calificándola como “destrucción creativa” y exorciza el mito del ave fénix en perpetua resurrección desde sus cenizas.
La creencia en la mano invisible del mercado que todo lo regula con precisión mecánica, casi una astronomía providencial, donde cada agente económico recorre inexorablemente su propia orbita. De pronto sus sostenedores alcanzan grado de sorpresa, cuando cruza el firmamento estable y rutinario un planeta que se suponía pasaba sin itinerario fijo y no comprendía la regularidad de sus movimientos.
La creencia de muchos descendientes del Cándido de Voltaire, pretende eliminar los ciclos económicos y las depresiones, inventando nuevas formas de seguridad y olvidan que el riesgo es connatural al hombre que lo va reduciendo en sus márgenes de incertidumbre.
La inseguridad, pronto se convierte en amenaza, lo que trae el miedo. La maza de fuga, como la caracteriza Canetti “es la masa que mas engloba, a pesar de ser heterogenea y aunque lo hace a distintas velocidades, los mas rapidos son los mejores informados”. Azar, miedo, ficción, son los términos de la ecuación. Se completa asi el cuadro de las reacciones primarias del hombre que el miedo produce en el animal: el ataque en el carnívoro, el enervamiento en el pájaro o en el insecto, o la estampida en el caballo o en el ungulado.
La humanidad en el decurso de la historia ha soportado innumerables pandemias de todo tipo. El privilegio de los antiguos reside en haber vivido antes que nosotros. Vieron el sol antes que nosotros y el sol no ha variado “nihil nuovo sub sole”, lo que han hecho los antiguos lo hemos repetido nosotros, le añadiremos muchas cosas, pero lo esencial no hay manera de modificarlo.
El gobierno actual, justo es reconocerlo, tuvo como prioridad la salud, “salud populi máxima lex est”, enunciado de rigor aplicable a la emergencia y constituyó un señalado acierto político y no es paradoja.
Se ha mostrado como el gobierno mas conservador de todos, y frente a la pandemia ha acudido al doble recurso probablemente el mas eficaz de la cuarentena (aislamiento) y al agua y el jabón, par a par, sin supremacía del uno sobre el otro, son los artículos de primera necesidad y bien nos recuerda la hygiene griega y a higiene en nosotros.
En cuanto a la cuarentena o aislamiento se contradice con Aristóteles quien definiera al hombre como zoo politikon, es decir animal sociable, aunque en momentos de epidemia procedían los griegos al aislamiento siempre provisorio.
En cambio, el gobierno es renuente en explicitar el futuro rumbo económico, con su actitud del tal vez y quien sabe, domina la ambigüedad que trae incertidumbre.
Economía y Salud, son valores vitales, como dos polos dentro de un mismo dispositivo, en el que, según sea el momento, uno puede prevalecer sobre el otro.
Pronto deberá ocuparse de la economía que su etimología significa “administración de la casa”. Según la leyenda griega antes que llegara la grecia clásica fue preciso destruir los monstruos y limpiar los establos de Augias, tarea de higienistas. Poner en marcha la economía y ordenarla faena de estadistas.
De lo contrario Cronos, dios del tiempo, devorará a sus hijos, esto trae a recuerdo el melancólico presagio del poeta Manrique:
“Mal te perdonaran a ti las horas
Las horas que limando están los días
Los días que royendo están los años
Todo será tarde”
*El autor es abogado – Diputado Provincial UCR (MC)
Fuente: danielsalmoral.com.ar





