DANIEL SALMORAL.- Inglaterra además de cuna de casi todos los deportes, también lo fue del Parlamento y de los Partidos Políticos tal como hoy se los entiende. Antes fueron facciones y después clubes políticos.
Recorriendo a salto de mata la historia política del Parlamento inglés y deteniéndose a principios del 1700, sorprenden las similitudes con el Congreso Argentino de estos últimos años, en lo que con benevolencia podríamos llamar “usos y prácticas parlamentarias”.
Durante mucho tiempo los Ministros se aseguraban las mayorías parlamentarias comprando los votos, sino la conciencia de los legisladores.
En 1714 se estableció el puesto de Secretario Político de la Tesorería, para asumir esas operaciones financieras (también por llamarlas así de algún modo). Existía en la Cámara una taquilla donde los legisladores iban a cobrar el precio por su voto.
Dicho Secretario fue muy pronto llamado Patronage Secretary, porque además disponía la nominación de empleos a título de corrupción, cumpliendo así con la política de los despojos, como hoy se la da en llamar.
Se distribuía de este modo el maná gubernamental a los legisladores, vigilándose de cerca las votaciones, asistencia y quórum. Suerte de Presidente de Bloque o Jefe de Bancada, pronto los legisladores lo llamaron the whip, que en el lenguaje de la cacería designa a los monteros provistos de látigos, quienes dirigen la jauría a la presa perseguida, convocada por el cuerno de caza.
Una severa disciplina, dice Maurice Duverger, se instaló progresivamente en el partido de la mayoría.
Por fuerza de las cosas, la minoría adoptó el mismo método para defenderse.
Más tarde, habiéndose depurados tales prácticas, el Parlamento sobrevivió a las razones del látigo y del soborno.
Las mayorías regimentadas en el Parlamento argentino fueron unas constante y hasta el crimen una variante más. Basta recordar la muerte del Senador Enzo Bordavehere en pleno recinto del Senado.
En Salta, ya hace tiempo, el historiador Frías relata con gracia un episodio donde ya no habla como Duverger de jaurías, sino sencillamente de la “perrada”.
En su libro “Crónicas y Apuntes”, colectando tradiciones históricas, había un señor Benavente, hermano del Obispo de igual apellido, que tenía por costumbre tutear a todo el mundo. Una tarde de aquellos tiempos se trataba de reunir la Asamblea Legislativa y era el Gobernador el Dr. Martín Gabriel Güemes. De la vereda de enfrente, Benavente le decía a grito alzado: “Che Martín, ¿Cuándo vas a reunir la perrada?
Hubo un mediodía de gloria en el Parlamento Argentino, cuando Perón era presidente en 1946 y el Radicalismo conformó el “Bloque de los 44” considerada la mejor bancada de la historia de la Cámara de Diputados de la Nación, con personalidades cívicas de la talla de Balvín, Frondizi, Illia, Allende y tantos otros.
Ochenta años después, hoy día, en todo el territorio de la Argentina, los Parlamentos van del cuerno de caza al cuerno de la abundancia. Las conciencias se rematan al mejor postor. ¿Logrará cambiarse esta vieja y fea costumbre?
*El autor es abogado – Diputado Provincial (MC) – UCR
Fuente: danielsalmoral.com.ar





