Inicio Opinión Que la grieta no decaiga – Por: Alejandro Borensztein

Que la grieta no decaiga – Por: Alejandro Borensztein

135
0

DANIEL SALMORAL.- Todo lo que podía salir bien, salió bien: Messi, Scaloni, el plantel, los partidos, la final y la alegría de todos los argentinos. Y todo lo que podía salir mal, salió mal. Básicamente, el Gobierno intentando apropiarse de la Selección y su asombrosa incapacidad para organizar cualquier cosa, ya sea un velorio, combatir la inflación, comprar vacunas o recibir campeones del mundo.

El vodevil de Alberto, La Cámpora, Aníbal y Berni no debería sorprender a nadie. A esta altura, tampoco tiene ninguna importancia. Lo único trascendente es Messi, la Copa y la alegría.

Sin embargo, una cosa que podía haber salido mal y terminó saliendo bien es el Chiqui Tapia. Un clásico barrabrava que, después del éxito en Qatar, se va a comprar un anillo de oro, le va a grabar “Todo Pasa” y se va a quedar a vivir en la AFA para siempre. De este modo, nos habremos asegurado que los campeonatos domésticos sigan siendo un mamarracho de 28 equipos en lugar de 20 como en todo el mundo, sin hinchadas visitantes, con partidos y arbitrajes sospechosos, todo manejado por una simpática bandita de barrabravas. Lo que mucha gente confundida denomina “la argentinidad al palo”.

Sobre todo este episodio, hay que destacar el gesto de los jugadores que evitaron sacarse fotos con los políticos, ya sea en Doha con Macri o en Buenos Aires con Alberto y Wado. El hecho de que Macri haya tenido la dignidad de no ir a buscar esa foto y de que el ministro Wado junto a Ceriani, Florencia Carignano y otros fans del kirchnerismo hayan sido tan berretas de estar a las 2 de la mañana paraditos al borde del avión intentando chorearse una imagen con los campeones, es un detalle que explica quien es quien en esta vida.

El ministro del Interior, el capo de Aerolíneas, la Directora de Migraciones y el resto de la banda bullanguera, deberían agradecer la grandeza de Messi quien, al gambetearlos por televisión, les evitó un papelón aún mayor. Toda gente grande, habrase visto.

Más allá de la alegría que nos dieron los jugadores, la masividad de la fiesta popular dejó un dato muy preocupante: la grieta estaría pasando de moda.

Si bien la grieta es un fenómeno que nos dividió, nos destruyó y terminó de demoler la poca confianza que quedaba en el país, hay que reconocer que nos mantuvo entretenidos durante 20 años. Por eso es muy importante tomar conciencia, valorarla y defenderla.

En este sentido, es una gran noticia que el Gobierno haya decidido desobedecer un fallo de la Corte Suprema y poner a la República otra vez al borde del abismo.

Explicación simple del conflicto: en plena pandemia Alberto decidió, por pedido de Cristina, sacarle a la Ciudad una bocha de guita para dársela a Kicillof que debía calmar la rebelión de la Policía Bonaerense pero, sobre todo, necesitaba ganar las elecciones de 2021. Ni así pudieron.

Aquel día, con la nobleza que lo caracteriza, Alberto traicionó a Larreta y emboscó a todos los intendentes de JxC que estaban presentes en el acto donde se anunció, por cadena nacional y sorpresivamente, que le cortaban el chorro a la Ciudad. Sin saberlo, esa tarde comenzaba la debacle del “presidente” (ha llegado la hora de volver a ponerle las comillas). Del 70 u 80% de aprobación que tenía en aquel momento, terminó cayendo al actual 15 o 20 que lo apoyan (hablamos de 15 o 20 personas, no de porcentaje).

Larreta se limitó a ir a la Justicia y esta semana, dos años después, la Corte dictó una medida cautelar por la cual hay que devolverle a Larreta una parte de lo que le choreó Alberto. El kirchnerismo, que cuando se trata de romper todo está siempre dispuesto, decidió desconocer el fallo y poner en jaque a la Justicia, a la división de poderes, a la República y a la Constitución por solo 180.000 millones de pesos que objetivamente se chorearon y que ahora los obligan a devolver. Conclusión: hacer un Golpe de Estado por 500 palitos verdes es una rascada que solo demuestra lo mal que estamos. Sin dudas, Golpes de Estado eran los de antes.

Cuando parecía que la locura política iba a demorar un poco más en volver, y que la buena onda provocada por la Selección podía durar hasta fin de año, el Gobierno pudrió todo. La felicidad no nos duró ni una semana. El domingo los jugadores salieron campeones del mundo, el martes el pueblo armó un festejo alucinante y ya el jueves el Gobierno volvió a incendiar la República. Hermoso. La grieta, y por ende el entretenimiento, continúa a full.

La próxima fecha se juega el martes en Avellaneda, cuando reaparecerá Cristina. Sabemos que a esta altura del año usted tiene los gobelinos llenos, amigo lector, pero con una mano en el corazón: ¿hay algo más divertido que verla por televisión, sacada y agrediendo a la justicia, a los medios, a la oposición y a cuanto argentino la perturbe? Además es gratis.

Y no solo nos entretiene Ella sino también el “presidente”. ¿No hay un talento infinito en las declaraciones de Alberto cuando dijo que él es el único presidente que ganó tres copas con la selección? La idea de que los goles de Di María son méritos de su Gobierno es un hallazgo. ¿Lo habrá pensado solito o lo habrán ayudado Gabriela Cerruti y Ricardo Forster?

Celebremos que el bardo sigue intacto y que la paz y el amor duró dos minutos. Siguen en carrera Tailhade, Ferraresi, Capitanich, Di Tullio, Insfrán, Parrilli, Artemio y toda La Cámpora. Hasta Milani podrá seguir preparando su Mini Proceso de Reorganización Nacional 2, en su novedosa versión chavista.

Digamos también que del otro lado no se quedan atrás. Avanti esta nueva camada de fanáticos macristas que se expresan con la misma intolerancia que los kirchneristas. Sigue viento en popa Pato Bullrich avisando que los va a arrasar a todos con mano dura, El Gato recordándonos que va a ser lo mismo pero más rápido y, por suerte, también Milei. ¿Qué haríamos sin este león rugiente que se quiere comer el Banco Central? ¿Terminaría en el Cirque du Soleil o se incorporaría mansamente a la democracia?

El único de los importantes que no se prende en la grieta es Larreta, pero todo lo que él no tiene de confrontativo lo tiene de generoso, aprobando 5.000 m2 de obra donde solo se autorizaban 2.000 m2, o 30 pisos donde solo se permiten 8, o habilitando recitales multitudinarios donde se lo pide cualquier empresario del rubro. Se ve que este muchacho tiene el si fácil. Larreta es otro que piensa que allá donde hay una necesidad hay un derecho. Derecho a construir cualquier cosa o a emputecer la vida de los vecinos haciendo recitales donde se le canta.

De todo esto se va a tratar el año que viene. Estoy seguro que el 2023 no nos va a defraudar. Acá estaremos, firme junto a los lectores para seguir entreteniéndonos con las aventuras de nuestros próceres.

Amigo lector, le deseo lo mejor para usted y los suyos en estas fiestas y le agradezco que me haya acompañado a lo largo del año.

La seguiremos en enero. Si el quilombo no se toma vacaciones, nosotros tampoco.

Felicidades.

Fuente: Clarín