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PJ: la hora de los olvidados… – Por: Daniel Salmoral

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DANIEL SALMORAL.- Las aguas bajan turbias en el planeta PJ.

El Movimiento de Bases Justicialistas, salió durante la semana pasada con un «manifiesto» en el que dejan en claro que no están dispuestos a resignar protagonismo en los tiempos que vienen, por eso ya le han adelantado al presidente Pablo Kosiner y a los Consejeros pejotianos, que de aquí en más deberán escuchar y respetar sus opiniones y posiciones sobre la vida interna de su partido.

Olvidados, despreciados, ignorados y ninguneados durante los pasados doce años por Juan Manuel Urtubey que los usó de manera descarada y solo supo conducirlos a humillaciones electorales impensadas, la dirigencia de base comienza a elevar su tono de voz y a reclamar espacios en un peronismo que agoniza lánguidamente en Salta.

Críticos totales con quienes ocuparon los cargos partidarios, en especial en la Comisión de Acción Política (CAP), ahora exigen, de entrada nomas, que la misma desaparezca ya que entienden, «no tiene razón de existir».

David Torrejón, uno de los principales referentes de este amplio sector que contiene a dirigentes y militantes, expresó de manera clara y sin pelos en la lengua en el programa político «7 PM», cuáles son las cosas que consideran necesarias erradicar en este nuevo tiempo, a la vez que hizo saber aquellas que consideran necesarias para sacar a su partido del abismo en el que aseguran ha caído en estos años de abandono y vil utilización por parte de lo que llaman «oportunistas» disfrazados de peronistas.

«No vamos a permitir que el Partido Justicialista vaya como furgón de cola en ningún frente o agrupación política».

«No vamos a permitir ningún acto de intervención encubierta de grupo alguno que pretenda ser representativo de este proceso de reconstrucción».

«Tampoco vamos a consentir que a nuestro partido se lo trate como mercadería de cambio o de compraventa por el hecho de garantizar el saneamiento de su crisis financiera, algunos círculos pretendan transformarse en los nuevos jerarcas y salvadores de tamaña falta de representatividad».

Estas son algunas de las posiciones plasmadas en el «manifiesto» y sostenidas por Torrejón en la entrevista de la semana pasada, con lo que están dejando en claro que no van a apoyar la movida que desde otros sectores del peronismo se está impulsando desde hace algunas semanas y que habla del desembarco de Pablo Outes, uno de los principales funcionarios del gobierno provincial en la CAP, ahora huérfana de conducción luego de la salida de Manuel Santiago Godoy.

La llegada a la CAP de Outes, significaría que Gustavo Sáenz siente sus reales en el partido que alguna vez lo ninguneo, lo traicionó y le boicoteó una candidatura senatorial por lo que lo obligó, como a muchos otros, a optar por el camino del exilio.

Hoy, habiendo revalidado de manera contundente su liderazgo político en la provincia, Sáenz es, según sostiene una parte de la dirigencia tradicional peronista, el hombre que al partido ahora le hace falta igual que a un sediento una cantimplora con agua fresca.

Esta idea la alienta y alimenta un sector cercano al Coordinador Político del gobernador, pero desde otras usinas políticas grandbourdianas y generadas por algunos ministros, secretarios y jerárquicos importantes que llevan adelante la gestión «gustavista», rechazan de plano esta posibilidad porque consideran que si se concreta, los peronistas le estarían poniendo un corset político porque lo estarían encapsulando en un partido que por estas horas sufre por inanición.

«Esta idea de llevarlo a Gustavo (Sáenz) al PJ de las narices, es la de un par de tipos que se quedaron con la política de hace treinta años. Están locos. Creen que la solución del partido pasa por reemplazar un capataz por otro. Están en verdad muy viejos en edad y en ideas. Están en el cuarto tiempo. Mirá si el peronismo recuperará su gloria perdida y volverá a sus mejores tiempos reemplazando un Indio por un Loro», fue la lapidaria frase que descargó en una heterogénea mesa de café política noches pasadas, un dirigente del partido con varias cicatrices electorales encima.

Lo cierto es que más allá de estas consideraciones que se hacen en el intestino del PJ, en los alrededores de quien marca el pulso de la política en la provincia, se observa con preocupación la insistencia de algunos dirigentes políticos por desplazar a Sáenz de un liderazgo político heterogéneo que fue el que la ha permitido ganar la intendencia capitalina primero y el gobierno de la provincia después.

«Urtubey (Juan Manuel) ya cometió ese error. Gustavo (Sáenz) no lo cometerá. Nosotros entendemos que los salteños, más allá de sus pertenencias políticas y sobre todo quienes no están afiliados a ningún partido político y ejercen libremente su rol ciudadano, ven en Gustavo (Sáenz) un político alejado de los fanatismos políticos y que entiende que gobernar es gestionar y para eso hace falta que no caiga en posturas políticas dogmáticas cerradas y esté siempre abierto al diálogo con todos. A los salteños les gusta que se lleve bien con el presidente Fernández (Alberto) a pesar de no ser de su partido y por eso no le gusta cuando entra en escaramuzas con Bettina Romero. El tiene que seguir conduciendo un gobierno adonde hay gente de distintos orígenes pero que responden a su conducción», afirmó un hombre cercano y de hablar diario al odio del gobernador.

Esta idea es la que abonan hombres y mujeres cercanos al gobernador alejados de pasiones irracionales y mirando el futuro político de Salta y también de Sáenz.

Sabido es que por estos días, la oposición política al gobernador está visibilizada en una veintena de diputados provinciales que, sesión tras sesión, dejan muchas veces mal parado a un oficialismo legislativo que hasta ahora demostró tener «pocas uñas de guitarrero».

La otra dirigencia política provincial, por ahora no ha logrado mostrarse como alternativa a lo conocido, por eso y de no mediar nuevos hechos ajenos a la política propiamente dicha, la elección del año próximo en la provincia no debería traer sorpresas.

Por eso, los que desalientan un «gustavismo peruca», se niegan a ponerle un cerco a lo que consideran es un amplio terreno que tiene todavía por recorrer el primer mandatario salteño.

«Y si no es Gustavo, ¿quién se debe ocupar del PJ?» es la pregunta que no pocos se formulan.

Una de las respuestas sería que llegó el momento de darle la posibilidad de conducir el PJ a la dirigencia de base que siempre fue dejada detrás de la puerta.

Quienes mejor que ellos conocen en verdad qué es el peronismo.

Seguro que una vuelta a los orígenes no le haría mal a nadie.

Tal vez después de la pandemia, haya llegado la hora de los olvidados.

¿Le darán esa oportunidad?

Sería saludable.

Peor de lo que está el peronismo salteño ahora, ya no podrá estar…