Inicio Opinión Luis Majul: «¿Qué están haciendo Cristina Kirchner y Alberto Fernández?»

Luis Majul: «¿Qué están haciendo Cristina Kirchner y Alberto Fernández?»

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  • DANIEL SALMORAL.- Qué están haciendo Cristina Kirchner y Alberto Fernández? ¿Serán conscientes de que están llevando al país, a las puertas del precipicio? ¿Se darán cuenta que están metiendo la pata en la mayoría de las decisiones que vienen tomando?
  • Quizás recién te estás empezando a familiarizar con los nombres de los camaristasLeopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli. Bueno: dejame que te diga por qué son tan importantes en este contexto. Bruglia y Bertuzzi, dictaminaron a favor del procesamiento de Cristina y más de 70 personas, entre exfuncionarios y empresarios en la causa de los cuadernos de las coimas. Y Castelli, es uno de los jueces del tribunal oral que tenía que tramitar el mismo expediente.
  • No voy a ser sutil: Cristina los quiere sacar de sus puestos de una patada en el traste, para darle la posibilidad a su abogado, Carlos Beraldi, de pedir la nulidad completa de la causa. Sí. El mismo Beraldi que atiende en un mostrador de tres lados: El de abogado de la vice; el de defensor de Cristóbal López; y el de súper-asesor, con rango de funcionario en la Comisión de Reforma de la Justicia.
  • Si finalmente desplazan a Bruglia, Bertuzzi y Castelli, la gravedad institucional que esto representa será el equivalente a un golpe de Estado en pequeño. Representará la chispa que terminará provocando un incendio. Un golpe de Estado al sistema judicial. Y los responsables serán: Alberto Fernández, Cristina Kirchner y todos y cada uno de los que firmaron algún papel o tomaron alguna decisión, para permitir que esto sucediera.
  • Por eso, ahora mismo, me voy a permitir hacer un llamado a los miembros de la Corte, que es la que al final, les bajará o les subirá el pulgar, a los tres camaristas. A los cinco miembros, en general. A su presidente, Carlos Rosenkrantz. A Ricardo Lorenzetti, Horacio Rosatti, Elena Higton de Nolasco y a Juan Carlos Maqueda.
  • Pero, con todo el respeto por su investidura, quiero hacer este llamado, en especial, a Rosenkrantz y Lorenzetti. Que uno de los dos, tome el teléfono y llame al otro. Es más: que lo haga el presidente de la Corte, Rosenkrantz, que para eso es, en principio, la autoridad del máximo tribunal. Que lo llame, ahora mismo, para una reunión extraordinaria, que termine de destrabar el asunto. A él y a los demás. Si Lorenzetti no lo atiende, quedará en evidencia que le quieren quitar la presidencia de cuerpo. Si los demás miembros de la Corte no responden a la convocatoria, también quedarán en evidencia.
  • Y la interna de la Corte, que algunos consideran ya insostenible, pasará a ser un problema político y público, del que estará debidamente enterada la sociedad. Pero la Corte tendrá que decidir, cuanto antes, si Bruglia, Bertuzzi y Castelli deben irse o se deben quedar. Porque lo que viene pasando con las marchas y los banderazos, lo que pasó ayer mismo, debería hacer reflexionar a todos los involucrados. Hubo un estribillo que se repitió en la quinta de Olivos y se escuchó bien fuerte, en todo el país: «¡Alberto, cuidado! ¡El pueblo está cansado!»
  • Y sí. Hay muchísima gente, que está cada día más cansada. Que está perdiendo la paciencia. Pero si a Cristina, las marchas no le importan (como parece no importarle nada más, allá de ella misma). O si Alberto subestima a las manifestaciones populares (o supone que quienes las impulsan y protagonizan son malas personas, mientras los que se quedan en sus casas, son gente de bien) estos banderazos van a seguir creciendo, hasta poner en duda la capacidad electoral del peronismo, de ganar las legislativas del año que viene.
  • Por eso, una vez más, vale la pena detenerse y preguntar: ¿Saben Cristina y Alberto Fernández lo que están haciendo? ¿Tienen una mínima idea, del daño que les está produciendo su gestión a los argentinos? El Presidente, ungido por la expresidenta, lleva apenas nueve meses de gestión. Y su desgaste ya es enorme. Es como si estuviera llegando casi al final, de los cuatro años de gobierno.
  • Es cierto que muy pocos jefes de Estado, habían alcanzado la aceptación de Alberto (Una imagen positiva que solo admite una comparación: con Francisco, el primer Papa Argentino, en el momento en que fue ungido como el representante de Dios en la Tierra). Pero también es cierto, que no hay antecedentes de una caída de imagen tan brutal y constante, como la que está sufriendo Fernández ahora mismo.
  • No lo sé: es difícil comprender lo que está haciendo, a menos que haya perdido el norte hace tiempo, y lo venga disimulando bastante bien. Se suponía que venía a cerrar la grieta, pero cada vez que abre la boca, genera más y más resentimiento. Peor todavía: se pone a teorizar sobre la meritocracia, en un país que existe gracias al esfuerzo de los inmigrantes. Intentan poner al resto del país contra los porteños y todo lo que obtienen a cambio es el fuerte rechazo de los argentinos de Córdoba, Santa Fe y muchas capitales de provincias y ciudades del interior productivo, cuyos habitantes entienden cómo funciona la economía real.
  • Pero, ¿no era que Alberto Fernández venía a contener a Cristina, venía a instalar la unidad entre los argentinos y, como si esto fuera poco, venía a llenarnos la heladera que los cuatro años de Macri habían ayudado a vaciar? Con nuevo relato kirchnerista, no se come, ni se educa, ni se cura, ni nada.
  • Hoy, a cualquier persona que le preguntes cuánto valía su dinero antes de las PASO del año pasado, te va a decir lo que dice la pizarra del tipo de cambio. «La mitad» responderá, para ser lo más comprensivo y tolerante que se pueda con el Gobierno, que todavía no lleva un año de gestión. Por supuesto, la pandemia ha engendrado también una nueva grieta en la vida cotidiana. Entre los más de 20 millones de argentinos que cobran un cheque del Estado y pueden quedarse en su casa, militando la cuarentena. Y la otra mitad de los argentinos, que dependemos de nosotros mismos para seguir viviendo, un poquito peor cada día.
  • Si tuviera el privilegio de ser escuchado por quienes gobiernan, también me gustaría decirles: no subestimen ni a la «gente grande» ni a los «demasiado jóvenes» que salen de sus casas, se ponen el barbijo y se suben a sus autos, bicis o se van caminando al obelisco o al patio de los Olmos, el Monumento a la bandera o cualquier otro rincón de este bendito país. No los corran con el tema del Covid, porque ya pasaron demasiados días de cuarentena como para meterles miedo. Más bien, presten atención a las consignas. Sean receptivos y escuchen a «la rebelión de los mansos». Antes de que sea demasiado tarde.

Fuente: La Nación