Inicio Opinión Lo impropio, lo exagerado y lo desubicado – Por: Ernesto Bisceglia

Lo impropio, lo exagerado y lo desubicado – Por: Ernesto Bisceglia

35
0

DANIEL SALMORAL.- La vista del presidente, Alberto Fernández a la dirigente, Milagro Sala, afectada por una dolencia, es un agravio a los millones de argentinos que a diario se levantan con la pesadumbre de sobrellevar por horas una situación que se deteriora a diario.

Los indicadores alertan sobre un país que acelera su velocidad de caída y que se desprende cada día más del contexto de las naciones sustentables, de allí que resulte improcedente e inoportuno que el presidente de la Nación abandone la atención que demanda la situación para cumplir con una visita social a una dirigente que cumple arresto por delitos comunes. El gesto revela cuál es la escala de valores que guía a Fernández.

Si se trata de un gesto de conmiseración y adhesión a una doctrina marxista-maoista, es exagerado porque movilizar un avión para hacer una visita de médico excede cualquier parámetro racional. Exagerado también porque al presidente este sainete no le suma nada sino por el contrario, lo arrincona aún más en el armario de las cosas inútiles. Este mismo individuo que hoy gasta miles de dólares de los argentinos para visitar a Sala, es el mismo al que no le importó que decenas de miles murieran en la soledad más cruel y lejos de sus afectos mientras él organizaba parrandas con botellas que valen lo que hoy representa estar arriba de la línea de pobreza.

También es desubicado el gesto porque mientras Fernández invierte tiempo y dólares de los ciudadanos para ocuparse de una sola argentina, que además no le convino en bien alguno al país, la economía se derruye, la marginación se afianza y la cuestión social avanza más hacia el peligroso límite del estallido popular.

Que un presidente de la Nación quiera imponerle criterios a la Justicia sobre la sentencia de una rea decretada tal por la ley, denuncia que no sabe lo que está diciendo, o que en su fueron íntimo anida el dictador que no siente ningún respeto por la división de Poderes, luego, no es un demócrata.

Lo más preocupante es la confirmación a diario de que Alberto Fernández es un gandul al cual el cargo de presidente de la Nación le hace agua por todos lados. Los periódicos –como algunos funcionarios- ya comienzan a denunciarlo incluso como un alcohólico mientras saltan datos que lo muestran como un individuo licencioso, de mentalidad procaz y hábitos non santos.

A diferencia de otras épocas cuando por mucho menos se “tocaba la puerta de los cuarteles”, esta vez –y esto es muy bueno- no existe la posibilidad de una “solución militar” a la crisis, por lo tanto, el peligro se incrementa porque ya no habrá “milicos” contra el pueblo sino que este sujeto está llevando las cosas a un punto sin retorno donde será el pueblo contra otra parte del pueblo mismo.

Obviamente, el kirchnerismo ha finalizado y agoniza herido de muerte por la misma mano que lo creó.-

Fuente: ErnestoBisceglia.com