Inicio Editorial Alberto, el genuflexo… – Por: Daniel Salmoral

Alberto, el genuflexo… – Por: Daniel Salmoral

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DANIEL SALMORAL.- «La genuflexión es un gesto por medio del cual los fieles cristianos adoran a Jesucristo presente en las especies eucarísticas (el pan y el vino consagrados)».

Eso es lo que dicen los diccionarios del gesto que vemos en ceremonias religiosas, pero nada dice sobre lo mismo por parte de una persona hacia otra, que sin embargo en nuestro país se ha vuelto una actitud corriente.

Esa práctica, es la que lleva adelante el presidente de la República con su Vice, en un hecho que, a decir verdad, provoca vergüenza ajena.

La sumisión de Alberto Fernández ante Cristina Fernández, es permanente motivo de risas en el mundo civilizado y democrático, que no entiende porqué, quien ha sido elegido como jefe político de un país, resigne la investidura presidencial que él mismo se encargó de bastardear, y se muestre como una dócil mascota ante quien, se supone, debe estar subordinada a la autoridad que le otorga la Constitución Nacional al primer mandatario.

Su dependencia absoluta de Cristina de Kirchner no es nueva, pero a decir verdad pocos creían que podía llegar a los niveles indignos de estos días.

Fernández, un oportunista de la política que jamás soñó llegar a adónde está, igual que nunca un caballo se imagina arriba de un techo, en la entrevista de este miércoles en un canal «macrista», pasó los límites y si este país fuera serio, hoy enfrentaría un juicio político o ya habría renunciado.

Pero como en esta Argentina todo es posible, el tipo sigue paisajeando y aprovechando lo que significa ser Presidente sin ejercer y tener responsabilidad alguna, pero gozando de todos los privilegios: fondos ilimitados para gastos personales; flota de vehículos y aviones oficiales; custodios para toda su familia etc.etc.etc.

En la charla con los periodistas de TN, lanzó una frase que solo un miserable podía decir: «Nisman se suicidó, espero que Luciani no haga algo así».

Decir esto es no tener valores. Es ser un amoral total y reírse del drama que para su familia, la Justicia y el país, fue que Nisman apareciera muerto en la víspera de denunciar, con pruebas contundentes, la connivencia de la entonces Presidenta y varios de sus funcionarios con terroristas iraníes.

Fernández, un personaje que deja mal parado a la especie «hombres», demostró, de nuevo, que está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de seguir recibiendo el saludo de los granaderos cuando llega a Balcarce 50 cada mañana.

Ahora, olvidó que antes denunciaba con furia a su jefa y sostenía que debía estar presa.

Que La Cámpora era un rejuntado de zánganos bien rentados y que no eran otra cosa que mercenarios de la política, y tantas otras cosas que hoy las dejó atrás rápidamente para aprovechar «la volada» y vivir como un rey rascándose a cuatro manos.

Decir más cosas de este tipejo que bastardea a enormes figuras de la política, sería ocioso. Es como diría una amiga, «gastar pólvora en chimangos».

Ya no le entran balas.

Se blindó para que ello ocurra y recurrió al cinismo para zafar de situaciones incómodas.

Seguirá defendiendo a Cristina, su prole y su corte de delincuentes hasta donde se lo pidan porque para eso está adonde está.

Un «buscapina», como dice la calle, que pasará a engrosar la larga lista de personajes oscuros que jodieron y mucho, a este pobre país.