Inicio Editorial 2020: El año que no fue… – Por: Daniel Salmoral

2020: El año que no fue… – Por: Daniel Salmoral

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DANIEL SALMORAL.- Faltan solamente horas para que este terrible año 2020 nos abandone definitivamente.

Seguramente se irá sin pena ni gloria y seguro también a nadie le dolerá su partida.

Fue un año lleno de dolor que se llevó ilusiones y sueños, pero lo más terrible, la vida de muchos seres queridos y amados de una manera imprevista y cruel, porque ni siquiera les pudimos dar el último adiós, aunque más no sea como único consuelo.

Fue un año que marcó para siempre a la humanidad y nos recordó a cada minuto, en cada día, cuán efímera es la vida y qué no importa cuanto tengamos en bienes materiales atesorados en cuentas corrientes, cajas de ahorro o de seguridad, porque cuando el maldito Covid decidió llevarnos nada lo detuvo.

También este año y como consecuencia de la pandemia, mostró de manera descarnada que los planes que pueden llegar a hacer los mortales, los gobernantes en este caso, tuvieron que postergarse, esperemos que no para siempre.

En el plano político, el año 2020 iniciaba con grandes expectativas para gobernantes y gobernados.

Tres administraciones, nuevas todas, arrancaban su labor en el orden nacional, provincial y municipal con Alberto Fernández, Gustavo Sáenz y Bettina Romero respectivamente, abriendo flamantes etapas en los tres ejecutivos con todo lo que ello implica.

En el nacional, con la incógnita de saber si Alberto Fernández sería en verdad el presidente o si se conformaría con ser un partenaire costoso pero acompañante secundario al fin, de Cristina Fernández de Kirchner.

En la provincia, Gustavo Sáenz llegaba a la gobernación de Salta rompiendo con una histórica tradición que indicaba que para acceder a la primera magistratura provincial, era necesario venir de cuna patricia o contar con importantes recursos económicos, como había ocurrido con los anteriores habitantes de la Casa de Gobierno ya sea en Mitre 23 o en Centro Cívico Grand Bourg.

En la Municipalidad capitalina, la incógnita era aún mayor porque por primera vez en la historia política de la ciudad de Salta, una mujer accedía al llamado sillón de Moldes, de allí que la llegada de Bettina Romero al CCM, abría justificadas ansiedades entre propios y extraños.

Sin embargo, a poco más de 90 días de haber asumido los tres, hizo su aparición en el escenario mundial el Covid-19, o coronavirus y allí todo cambió.

El mundo, a poco de comenzar 2020, fue puesto patas para arriba y todo lo pensado tuvo que dejarse de lado y comenzar a improvisar para ver como salvarse de las garras de un enemigo poderoso, invisible y a la vez implacable.

En Salta, para cuando apareció la pandemia mundial, la cosa ya se había complicado para la gestión de Sáenz por la aparición en el norte provincial de numerosos casos de muerte por desnutrición y deshidratación de niños y mujeres pertenecientes a las comunidades de pueblos originarios y criollos, que desnudaban apenas comenzada la nueva gestión, el abandono al que habían sido sometidas en los doce años pasados por parte de la administración de Juan Manuel Urtubey y su troupe de inútiles y corruptos, muchos de los cuales continúan hasta hoy sin explicar qué hicieron con los millonarios fondos en dólares con los que endeudaron a la provincia y que se suponía servirían para saldar esa deuda histórica que la provincia tiene con esas comunidades y con el norte salteño en general.

La miseria que encontraron Sáenz y los funcionarios nacionales que llegaron para controlar una situación que amenazaba matar a cientos de inocentes a causa del desprecio y la corrupción de los anteriores gobernantes, ya marcaron lo que debería ser la gestión «gustavista» que más allá de su propia impronta, tenía que arrancar aplicando la política del bombero que es la se hace con el matafuegos en la mano.

Luego, llegó el Covid a la comarca y postergó muchas de las cosas que se suponía se harían en este año tanto en la gestión como en otros aspectos institucionales importantes de la vida provinciana, como por ejemplo reformar la Constitución Provincial que había sido una de las promesas centrales de la campaña electoral del nuevo mandatario.

Con la muerte al acecho y un sistema de salud colapsado, también producto del desprecio al que lo había sometido Urtubey y sus «buenos muchachos» por más de doce años, la prioridad, como lo indicó el propio Sáenz, sería salvar la vida de los salteños y esa tarea postergó otras cosas, aunque no todas.

Con la crítica no sólo de la oposición política sino de buena parte de la sociedad salteña, el Gobernador, con el «bicho maldito» dando vueltas, se dio maña y encontró tiempo para ampliar el número de ministros de la Corte de Justicia y renovarle el mandato a otro que tenía numerosas objeciones en su haber.

¿»Era de necesidad y urgencia hacer eso» ?, fue la pregunta que muchos salteños se formularon cuando se llevó adelante y hasta ahora nadie desde el Poder Ejecutivo o Judicial, pudo esbozar alguna respuesta coherente al respecto.

«Era deuda de campaña», fue lo único que se escuchó decir por allí a alguien que rápidamente fue silenciado.

De allí en más, la búsqueda incesante se recursos y el empuje a proyectos de saneamiento ambiental, viviendas y obras públicas en general para toda la provincia, fue lo primordial para la gestión y a eso se abocó el gobernador Sáenz junto a dos de sus principales ministros: Roberto Dib Ashur de Economía y Hacienda y Sergio Camacho de Infraestructura, contando para ello con el calificado acompañamiento del Subsecretario de Relaciones con Provincias del Ministerio del Interior de la Nación, Emiliano Estrada.

Sin embargo y a pesar de haber podido la provincia gracias a la capacidad para conseguir recursos y obras de todo tipo de Sáenz y parte de su equipo, se debieron postergar otras cuestiones que se había propuesto instalar en la agenda política provincial y que de haberla podido llevar adelante, hubiera significado un antes y un después en la vida política de Salta.

Quedaron entonces en lista de espera y por realizar todavía, una seria discusión y sin exclusiones de la Salta política que queremos para los próximos 20 años por lo menos, con un sistema electoral seguro y acorde a la realidad económica de la provincia.

Además, se deberá dotar a la provincia de controles eficaces y confiables a fin de evitar que gobernantes inescrupulosos y despojados de espíritu democrático, manejen los recursos de la hacienda pública como propios y dejen una estela de deudas sin que nadie les pueda exigir rendir cuenta de sus actos y pasen a gozar de impunidad eterna.

También, se deberá dejar de lado todo atisbo de machismo absurdo y darle de una vez por todas el protagonismo que la mujer salteña se supo ganar en todos estos años de lucha en la vida democrática.

Otro tema, es la gran asignatura que la democracia tiene todavía pendiente con los argentinos en general y los salteños en particular: una Justicia que sea para todos y no para unos cuantos como ocurre ahora.

El Poder Judicial necesita de manera imperiosa, cumplir su rol en el sistema republicano y para eso hace falta del compromiso de la sociedad toda pero particularmente del poder político.

La anunciada reforma constitucional salteña debería ser la herramienta para alcanzar ese objetivo y si bien en este 2020 no pudo ser, Gustavo Sáenz pero también el conjunto dirigencial salteño, deberá comprometerse para que más temprano que tarde pueda ser una realidad.

En el orden municipal, queda por decir que la gestión de Bettina Romero en la intendencia capitalina, también debió postergar proyectos que recién sobre el final de este complejo año 2020 se comenzaron a vislumbrar.

A Romero, no solo le cabe el enorme desafío de mostrar que una mujer puede estar al frente del municipio más importante de la provincia, sino que además le puede imprimir su impronta y poner en la agenda de los vecinos de la ciudad otros temas como el rol protagónico de la mujer en la vida pública cotidiana, a través de su participación en todos los aspectos de la vida comunitaria.

«Es la hora de los barrios», aseguró la jefa comunal cuando inauguró las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante allá a comienzos de su labor comunal y si bien es cierto algo de ello logró en este último tiempo a pesar de la pandemia, el año venidero deberá intensificarlo a fin de mostrar de manera tangible que sus promesas de campaña se comienzan a hacer visibles para los vecinos capitalinos.

Párrafo aparte para la tarea legislativa de los cuerpos de senadores, diputados y concejales de la provincia.

A pesar de la pandemia y con innovaciones, lograron cumplir su cometido y facilitaron herramientas legislativas que precisaron los ejecutivos.

Claro que esta tarea se pudo realizar por el empeño que le pusieron sólo algunos de ellos; los que saben de que se trata ser legislador porque el resto, desentonó «fiero», como dicen el barrio y dejaron en claro que el proceso de selección deberá ser más estricto para con quienes lleguen a las bancas, caso contrario se puede caer en la gravedad institucional que los recintos parlamentarios sean sólo refugios muy bien pagos para «famosos» y «oportunistas» de toda laya.

Se va 2020, el año que no fue.

Un año que como todos los que marcan el comienzo de una nueva década traen muchas esperanzas que esta vez quedaron truncas.

Por la memoria de tanta gente valiosa en lo personal y lo público que se llevó esta maldita peste, los que quedamos vivos deberíamos adquirir el compromiso innegociable de hacer de nuestra ciudad, nuestra provincia y nuestro país, en verdad y sin chamuyo, un mejor lugar donde vivir.

Esperemos que por encima del Covid-19 así sea, nada más y nada menos que por el bien de la Democracia, la República, todos y todas y a manera de homenaje a nuestros queridos muertos.